Capítulo XXXI.

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El fuerte ruido alertó a Yibo aún estando en el piso de abajo. Gracias al silencio total en la casa, el sonido fue escuchado con claridad. Por ello, pudo localizarlo justo arriba, más concretamente, en la habitación del azabache. Además, no había nadie a parte de ellos en la mansión, por lo que el causante solo podía ser Zhan.

Curioso y extrañado, subió las escaleras para descubrir el origen de la ruptura del objeto. Sin saber el porqué, sus latidos aumentaron a medida que avanzaba. Un escalón, más rápido. Otro escalón, más rápido. A lo largo de aquel día, el castaño logró entender que su cuerpo notaba cosas antes de que su cerebro ni siquiera las pensara. Quizás rezar le hizo más susceptible a los poderes de la naturaleza que suelen rodearlos a todas horas.

Sin embargo, poco le importaba conocer eso ahora. Él solo deseaba tranquilizar su corazón y dar una explicación a las preguntas de su mente. Así, caminó lo más calmado que pudo hacia la doble puerta del fondo, aquella que ocultaba la habitación del pelinegro de su vista. No había entrado allí dentro desde hacía más de dos meses pero, aún con ello, recordaba cada espacio de la estancia. Y no solo el espacio, sino la suavidad de la cama, el agradable viento que entraba por la ventana y la belleza de las cortinas danzando al son de éste.

Si Xiao se lo permitía, le gustaría volver a entrar en ese lugar. Aunque solo fuera un instante. No obstante, su deseo no era tan fuerte como para llamar sin dudas. Sus nudillos rozaron la madera pulida pero no llegaron a golpearla. Reflexionaba sobre si era asunto suyo meterse, sobre si había olvidado lo suficiente la ira y sobre si estaba preparado para conversar con el contrario.

Tenía claro que, si el azabache estaba llorando, él sufriría; que si estaba distante, él sufriría; y, si estaba dolido, él sufriría. Saldría mal parado de todas las formas posibles... y no quería sufrir más. Sin embargo, tal vez, hablando y arreglando las cosas, aunque no volvieran a estar juntos, podrían aliviar el dolor de sus corazones. No había nada conciso. Lo mismo le miraba y lo besaba sin pensar en nada o igual el odio regresaba, provocando que su acercamiento fuera en vano.

Pero... era mejor intentarlo, a no hacer absolutamente nada.

— Señor Xiao... — le nombró a la vez que llamaba a la puerta.

— ... — sin embargo, nadie contestó.

— Señor Xiao..., ¿se encuentra bien?

— ... — nada.

— Zhan... — a cada segundo, más nervioso se ponía. — Zhan, ¿puedo entrar?

— ...

— Respóndeme.

— ... — por mucho que insistiera, ningún sonido salía de dentro.

De repente, Yibo sintió aquel momento como un déja vu. Al final, no pudo hablar con ZheHan de la rareza de su sueño, ocasionando que se le olvidara al pasar las horas. Pero ahora se acordó de él completamente. El menor, soñó que corría por un largo pasillo oscuro y solitario. A medida que pasaba, unas puertas se iban cerrando con un portazo a su alrededor. El terror competía contra la calma en una carrera por sus vasos sanguíneos... y el primero iba ganando con notable ventaja. No sabía hacia donde dirigirse. Estaba perdido en aquel silencio sepulcral, buscando a alguien desesperadamente mientras sus lágrimas descendían en cascadas hasta su mentón, lugar desde donde caían al suelo tras surcar el aire.

Iba a rendirse, sentarse y esperar a que la oscuridad lo consumiera sin embargo, en el último segundo..., lo vio. Vio a esa persona especial y que con tanto ímpetu trataba de hallar entrar en el último cuarto del pasillo. Un grito que no abandonó su garganta y que llamaba a Zhan con desespero, precedió a correr de nuevo. Aceleró con la esperanza de ir con él, sin contar con un obstáculo impredecible. Repentinamente, las puertas se cerraron a cal y canto, provocando que las golpeara con insistencia con tal de que se abrieran. Chilló sin parar de llamar al mayor, temeroso de que algo malo sucediera.

𝑇𝑈 𝐸𝑆𝐶𝐿𝐴𝑉𝑂 | (Yizhan/Zhanyi) | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora