Capítulo XIV.

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Un cosquilleo en su nariz le comenzó a molestar mientras dormía. Con un movimiento de cabeza, intentó escapar de él, aunque fue imposible.

Continuó en su empeño, hasta el extremo de prácticamente esconder la mitad de su cara en la blanda almohada de plumas. Pero, a pesar de ello, no se libró. Ahora sentía esas cosquillas más arriba, en su mejilla izquierda.

Como última acción probable de éxito, elevó su mano y tocó su piel con el objetivo de identificar aquella molestia o, al menos, eliminarla.

La tarea se dificultó debido a sus sentidos adormilados, casi inútiles y bajo el efecto del sueño aún latente en su organismo. Sin embargo, pasó la mano por su cara, quitando lo que fuera que tuviera y devolviéndola a su lugar de reposo.

Al hacerlo, notó como su brazo rodeaba algo o, más bien,... a alguien.

Un rayo de felicidad proveniente de algún lado le hizo sonreír antes de abrir paulatinamente los párpados. Justo frente a él, descansaba una larga cabellera castaña de la cual sobresalía la parte superior de una oreja.

La sábana les tapaba solo hasta la mitad del torso, dejando el irresistible hombro de Yibo al descubierto al igual que la atractiva curvatura de su cuello.

Tuvo que morderse el labio para no dejarse llevar por su fuego interno ya que el menor le provocaba hasta dormido, sin hacer absolutamente nada. Aquella zona deseable, se le extendía justamente delante, a menos de dos centímetros de distancia. Demasiado cerca como para negarse a besarla.

Su boca, respondiendo a la orden inmediatamente, se presionó contra su suave y blanquecina tez, comenzando por un extremo y llegando hasta el otro. Sus brazos, al estar rodeando el pecho del extranjero, sintieron sin interferencias la leve tensión de su cuerpo aún estando en ese mundo de descanso y de confort.

Zhan, se incorporó un poco, sosteniéndose con su antebrazo en el colchón. En esa nueva posición, pudo ver la expresión tranquila y hermosa del esclavo, parecida a la de un bebé en los brazos de su madre.

¿Quizás... estaba soñando con ella? ¿O con su familia?

Un calor bonito y un frío triste se colaron a la vez en su corazón, extendiéndose por sus arterias junto a su sangre. Tenía un sabor agridulce en la boca, como si la culpabilidad se mezclara con la alegría, o... la noche con el día.

Su visión captó algo muy reconocible no muy lejos de donde miraba. Mientras observaba al joven durmiente, el resto se sumía en el sfumato; sin embargo, tras identificar la tonalidad verde en el suelo al otro lado de la cama, ahora fue la figura del chico la que quedó borrosa.

El vestido de bailarina continuaba allí, recordándole lo que hizo mal. Lo que su idiotez y su afán de someter a todos causó.

Milagrosamente, no acabó mal pero, si a Yibo no le hubiera temblado el pulso, estaba claro que él no estaría en ese momento viendo los rayos del Sol entrando por la ventana. No sabía si agradecer... o temer al menor por su indecisión. Podría decirse que sus dudas fueron las que le salvaron de morir.

Con un ovillo de sentimientos diversos dentro de su pecho, acarició suavemente el brazo del príncipe de arriba a abajo. Sus dedos añoraron sentir su tacto tras tan solo un minuto de haberse despertado. Era como si estuvieran atados a ese cuerpo de piel pulida.

Mientras bajaba y subía su mano delicadamente, intercalando el roce de sus yemas con el de los nudillos, reflexionó sobre el castigo. No había necesidad de mantenerlo, es más, no quería mantenerlo.

Sin él, cesarían los indeseables insultos hacia Yibo. Ya nadie lo miraría con deseo, su vida no correría riesgo si volvía a amenazarlo y, además, mejoraría la relación con su esclavo.

𝑇𝑈 𝐸𝑆𝐶𝐿𝐴𝑉𝑂 | (Yizhan/Zhanyi) | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora