– ¡Hm! – Yibo tuvo que morder fuertemente el labio del contrario para no gemir.
Esta vez estaba siendo aún más placentera que la anterior. No sabía ni el cómo ni el porqué, pero lo era. Tal vez, y solo tal vez, podría deberse a que ahora no fue de imprevisto, sino que lo deseaba también y por eso lo buscó.
– Ay. Me haces daño – sonrió contra su boca.
– Lamento decirlo. Ahh. Pero la culpa la tiene usted – respiró profunda y pesadamente cuando el de arriba empezó a chupar su cuello mientras bajaba el ritmo de las penetraciones. Le encantaba que fuera lento y acompasado.
– No, la culpa es de cuánto me provocas tumbado en esta cama – sostuvo su cuerpo con los brazos para mirar las mejillas sonrojadas del menor y las gotas de sudor de su frente desde arriba.
– ¿Solo en el lecho? Porque no he podido evitar notar que huía cada vez que me acercaba.
– No... no es cierto, yo no... huía – por su tono, ni él mismo se lo creyó. – Además..., tú también hiciste lo mismo en varias ocasiones.
– Por eso lo comento. Yo huía de usted... y usted de mí. Si nos movíamos por el mismo motivo... entonces... – los labios del azabache callaron sus palabras.
– Lo sé..., ya lo comprendo – dijo tras separarse mínimamente y antes de continuar el beso y todo lo que él conllevaba.
Estaba claro.
Lo que quería decir Yibo era que ambos escapaban del otro por miedo a esa atracción, a la provocación que conlleva el solo ver el cuerpo del contrario.
No obstante, ¿de qué sirvió?
Al final acabaron como la primera vez: los dos en el cuarto del dueño de la casa, gimiendo, disfrutando y olvidando lo que está bien y lo que está mal. No importa que sean amo y sirviente, que sean dos chicos y no de distinto sexo como "supuestamente" es natural. Lo importante, es que el castaño aliviaba las preocupaciones de Zhan y viceversa.
Ambos, en esa cama, con sus cuerpos juntos, desbancaban a las voces de sus cabezas. Las cuales eran simplemente molestas, estúpidas e inentendibles.
– ¡Ahh! – gimió fuerte al sentir la presión en su punto dulce.
Se derretía como hielo en verano cuando esa sensación de tocar el cielo con las manos le inundaba. Literalmente, podría salir volando por la ventana.
Tenía muchas ganas de hacer sentir al pelinegro de la misma forma. Hasta ahora, le había oído gruñir y gemir levemente al estar dominando la situación, lo cual le parecía terriblemente atractivo, pero, ¿cómo se oiría debajo de él y gimiendo agudamente por más?
Su temperatura subió incontables grados al imaginárselo.
– ¡Hm! ¡Ahh!
– Ah – suspiró expulsando el aire cálido sobre el hombro de Yibo. Estaba a punto de venirse, la estrechez de su esclavo y el apretamiento de las paredes alrededor de su miembro le enloquecía.
– Sigue. ¡Ahh! Más – rogó para que aumentara la velocidad. No es que fuera lento, todo lo contrario, pero su interior estaba insatisfecho. Necesitaba mucho más profundo y rápido.
– Ahh, Yibo – maldijo, obedeciendo por primera vez a alguien en los últimos años y chupando el lóbulo de su oreja.
La cadera del más bajo buscó fundirse con su compañera de juegos, ocasionando que las embestidas se adentraran más en su organismo.
Dirigido por el placer, el castaño abrazó fuertemente el cuello del mayor y lo atrajo más hacia él. Quería sentirlo todo: los movimientos de su pelvis, los sonidos de su garganta, la calidez de su piel y los latidos de su corazón contra el pecho.
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𝑇𝑈 𝐸𝑆𝐶𝐿𝐴𝑉𝑂 | (Yizhan/Zhanyi) | Terminada
Fanfiction- Yo te compré. ¡¿Qué crees que estás haciendo?! - Me compró para su satisfacción - sonrió de lado mientras bajaba su ropa interior. - Pues bien, haré que lo disfrute, amo. ____________________________________________________ * Contenido +18. * Époc...