Extra 2

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Sí, estás leyendo bien. Es un capítulo extra de "No se admiten mascotas"








5 años antes…

Jinyoung se detuvo frente a la entrada de la cochera de su casa, mirando hacia el interior, exactamente como su padre le había dicho que hiciera. Justo entre el auto de su hermana mayor y la camioneta de su madre había una motocicleta negra que, a juzgar por el pequeño moño azul en el timón, constituía la segunda parte de su regalo de cumpleaños. La primera estaba en su mano, una tarjeta de crédito a su nombre. Esas dos cosas, unidas a unas palabras distraídas de su padre, algo así como “ya tienes edad para esto”, habían dado por iniciada y concluida su celebración de cumpleaños.

Jinyoung tampoco esperaba mucho más. A pesar de haber cumplido apenas dieciocho años, para cosas como esa su familia le daba un trato bastante adulto. Cualquier salida rápida era preferible a tener que gastar tiempo en él y ya había mencionado varias veces su deseo de tener su propio transporte. A lo sumo, esperaba el auto usado de alguna de sus hermanas. Tener algo nuevo solo para él era bastante bueno, mirándolo bien.

Hizo sonar las llaves en su mano, conformándose con eso. Después de todo, una motocicleta era un regalo bastante genial. Tampoco podía pretender que sus padres desocuparan su agenda solo para celebrar con él. Ya había dejado atrás la idea de que eso podía suceder de todos modos. Se acercó entonces, retirando el moño y deslizando su mano por el asiento de cuero. Se sentía y olía como nuevo, agradable al tacto, áspero. Probablemente se vería muy genial montado en eso.

La sola idea le hizo sonreír, así que guardó la tarjeta en su bolsillo y agarró el casco con ambas manos, comprobando su calidad antes de ponérselo. Aún era temprano, poco más de las nueve de la mañana. No tenía realmente nada que hacer, sin embargo, ya en su mente se estaba formando un plan para pasar su cumpleaños.






Cuarenta y cinco minutos después, se detuvo con su nueva motocicleta frente al orfanato de híbridos que solía frecuentar. Desde que tenía dieciséis años había descubierto ese sitio por casualidad y, desde entonces, había seguido acudiendo con regularidad. Se apeó con destreza, sacando el casco con un movimiento algo torpe, lo que hizo que se le desordenara todo el cabello. Con un bufido, lo acomodó un poco con sus manos, asegurando el vehículo para luego recoger las bolsas que llevaba colgando del manubrio.

Las dos señoras que se encargaban del orfanato eran todo lo desagradable que unas señoras adultas podían ser. Por tal razón, Jinyoung las detestaba. Eran falsas y maleducadas, haciendo obvio desde el principio su interés en las donaciones y en su familia más que en el bienestar de los pequeños híbridos. Por esa razón Jinyoung solía llevar siempre las cosas que quería darles en vez de dejar dinero. Comida y medicinas nunca faltaban en sus visitas. Incluso llegó a contratar albañiles para que hicieran arreglos menores sin que sus padres lo supieran. Algo le decía que, si dejaba dinero allí, éste nunca sería usado para beneficiar a los niños.

Ese día en particular, tenía más tiempo del usual. Podría incluso pasar la noche fuera, eso no le preocuparía a su familia. Era su cumpleaños después de todo. En sus bolsas llevaba ingredientes para hacer brownies y algunas medicinas que probablemente serían útiles ahora que se acercaba el invierno.

El primero en recibirlo fue un pequeño híbrido de mapache que solía pasarse el día retozando solo en el feo jardín del orfanato, buscando lombrices y otras alimañas bajo las piedras. Había visto llegar a Jinyoung en su nueva motocicleta y lo miraba, fascinado, desde la pequeña cerca que cubría el sitio.

¡No se admiten mascotas! <JackBeom>✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora