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El escozor en su nariz hizo que Mark bufara, incómodo. Dio un par de vueltas en su cama y, aun medio dormido, pudo sentir que había algo extraño. Su nariz picaba con un olor dulce que se le hacía casi repugnante, todo su cuerpo reaccionando con rechazo hacia aquel aroma empalagoso e intenso. No conocía esa sensación desagradable, y eso fue suficiente para hacerlo reaccionar, despertándose por completo.

—¿Pero qué…? —miró a su alrededor, descubriendo la fuente del olor. En la otra cama, Jackson se removía inconscientemente, dejando salir gemidos bajitos apenas audibles, su olor completamente descontrolado, cada vez más intenso—. Dios —se quejó Mark, levantándose-, Jackson, oye. —lo llamó, suavemente, pero el omega aun estaba profundamente dormido a pesar de la obvia incomodidad que lo invadía. Mark alzó la vista hacia la ventana de la habitación. A juzgar por la poca claridad que se veía, no debían ser más de las seis de la mañana. Prefirió no despertarlo. Jackson había tenido un día exhaustivo, era lógico que ahora durmiera como una roca aun si su celo obviamente se estaba desatando.

Intentó acercarse de nuevo al omega. Se inclinó una vez más sobre él, corriendo las mantas para despertarlo, pero, cuando lo hizo, fue como destapar una olla hirviente. El olor de Jackson lo golpeó en la cara haciendo que su alfa protestara, rechazando con todas sus fuerzas a aquel omega que no era el suyo, casi al punto de producirle náuseas.

—Ok, eso no va a funcionar. —Mark devolvió las mantas a su lugar y se dio la vuelta, dirigiéndose a la puerta de la habitación mientras cubría su rostro usando la manga de su pijama. Salió con gesto decidido, atravesando el pasillo rumbo a la habitación de Jaebum. Tocó allí un par de veces, las suficientes como para despertar al humano. Jaebum lo recibió después de casi un minuto que, a juzgar por su desarreglado aspecto, había usado para vestirse con algo presentable, obviamente aun medio dormido. Su cabello apuntaba en todas direcciones, similar al de Mark, que no estaba en mejores condiciones; y francamente parecía tener los ojos aun cerrados a pesar de estar de pie, allí, sosteniendo la puerta abierta.

—¿Qué quieres a esta hora? —protestó Jaebum, sin siquiera tomarse la molestia de saludar. Mark señaló hacia atrás con su pulgar, a la puerta abierta de su propia habitación.

—Es Jackson… ya empezó.

Ese comentario bastó para despertar por completo a Jaebum, quien enseguida reaccionó, saliendo rumbo a la habitación de Mark, sin embargo, se detuvo en medio del pasillo, girándose para ver al mayor con una expresión donde la urgencia y la angustia se mezclaban de forma casi risible.

—Pero… ¿Qué hago?

—¡Qué sé yo! ¡Solo llévatelo, sácalo de ahí! Me está enloqueciendo. —contestó el alfa, visiblemente incómodo.

Jaebum entendió, pues incluso él sentía el olor de Jackson desde allí donde estaba, dulzón y atrayente, justo como más le gustaba.

—Okey, okey… de acuerdo… —asintió, dirigiéndose nuevamente a la habitación que compartían los híbridos, suspirando al sentir el olor de Jackson cada vez más fuerte. Olía increíble, como algo que jugaba con sus sentidos. Podía sentir sus nervios a flor de piel y sus manos temblar ligeramente. Jackson yacía aun dormido, con su ceño un poco fruncido, dejando salir leves soniditos de queja que a Jaebum le recordaron los de un cachorro. Se acercó a la cama con pasos temerosos y acarició su cabello, suave, notando que a pesar de todo, Jackson aún estaba profundamente dormido. Corrió las mantas, deslizando sus brazos debajo de la espalda y las rodillas del omega hasta levantarlo contra su pecho, asegurándose de no despertarlo.

Como si fuera algo natural, Jackson se acurrucó contra él, hundiendo su rostro en el pecho del pelinegro como si buscara algo. Jaebum pudo sentir el aliento tibio golpear contra su piel a través de la tela de su camiseta y enseguida sintió que la tensión en el cuerpo del híbrido se relajaba.

¡No se admiten mascotas! <JackBeom>✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora