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Mark miró a través de la ventana del auto. Los enormes pinos que bordeaban el camino, bloqueaban la luz del sol a medias. Los pocos rayos que conseguían atravesar el follaje hacían que el paisaje luciera ligeramente más sombrío de lo que usualmente un bosque podría lucir. Frente a él, en el asiento del conductor estaba alguien que acababa de conocer hacía apenas unos minutos. Un omega de olor suave y tranquilo. Sin embargo, el traje caro que vestía, unido al lujoso auto y a la forma arrogante y segura con la que se había dirigido a él, le daban a entender que bien podría no ser tan inofensivo.

Sólo había aceptado ir porque ese omega mencionó el nombre de Jackson. De lo contrario, nunca aceptaría simplemente montarse en un auto con un desconocido. Mark era demasiado desconfiado para eso.

-¿En serio me llevas a ver a Jackson?- preguntó por tercera vez, a lo que el omega simplemente rodó los ojos, obviamente hastiado por la constante desconfianza.

-Ya te dije que sí.

-Llevamos casi media hora conduciendo. Perdóname si aún no te creo del todo.- Mark sabía que estaba dejando salir las notas más hostiles de su olor, sin embargo, aquel omega no parecía perturbado en absoluto por ello. Era como si, para él, Mark no constituyera la más mínima amenaza, aun si se trataba de un alfa.

-Yo sólo cumplo órdenes. Me dijeron que te llevara y eso hago.

-¿Órdenes de quién?

-Kim Mingyu.- respondió con desinterés.
Mark movió levemente su cabeza. Ese nombre le sonaba, y no precisamente por algo bueno. No habían sido pocas las veces que había oído mencionar a Mingyu cuando vivía en los barrios bajos. Corrían rumores de que si se le pagaba, él podría sacarte de allí y darte papeles para vivir en la ciudad.

Mark nunca le prestó mucha atención a esos comentarios, pues tenían toda la pinta de tratarse de una más de esas estafas que muchos habían sufrido. El resultado posiblemente fuera terminar tirado en una zanja, muerto, y con varios órganos faltantes.

Aun así, Mingyu definitivamente era real, y saberse involucrado con él no lo tranquilizaba para nada.

-¿Mingyu...? ¿Qué tiene Jackson que ver con alguien como él?

-¿Por qué haces tantas preguntas?- el omega lo miró a través del retrovisor. Mark no supo cómo tomarse su expresión.

-Es lo lógico.- contestó, seco.

-No te preocupes- el auto tomó una curva en aquel camino terroso y Mark pudo vislumbrar, a lo lejos, el tejado de lo que vendría siendo la casa más grande que había visto en su vida.- ya estamos llegando.






Darle crédito a sus ojos fue difícil cuando el auto se detuvo delante de lo que más bien parecía un palacio moderno. Mark se bajó, aun con su cuello estirado y sus labios separados en admiración. La puerta principal se abrió en ese momento y Bambam se asomó, bajando los pocos escalones que separaban la entrada del camino de piedras que servía de rotonda para los autos.

-Hyung…- lo llamó, con un gesto de su mano. Mark notó que vestía ropas cómodas y llevaba unas pantuflas bastante grandes para sus pies. No le contestó, solo miró con desconfianza al omega que lo había conducido hasta allí, pero este tenía la vista fija en su teléfono mientras se bajaba y cerraba la puerta del auto, dirigiéndose hacia la casa.

Supuso que estaría bien solo ir al encuentro de Bambam y eso hizo. Ansiaba saber de Jackson y Bambam era quien tenía las respuestas a sus preguntas.

-Disculpa no haberte podido explicar mucho ayer, hyung.- Bambam lo convidó a entrar y cerró la puerta detrás de ellos.- También quería que te trajeran más temprano, pero Jun no tuvo tiempo hasta ahora.- continuó a la vez que señalaba la espalda del omega, quien caminaba delante de ellos, aun en su propio mundo.

¡No se admiten mascotas! <JackBeom>✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora