Si a Jaebum le preguntaran como fue que llegó de la estación a su casa, no sabría decir qué camino tomó, o cuánto se tardó.
Esos minutos fueron completamente borrados por su mente, o más, bien, el recuerdo no se grabó. Su cabeza iba pendiente de otras cosas, de otras emociones. Había ira ardiendo dentro de él, al punto de hacer que su pecho doliera como nunca. No se trataba de un dolor angustioso o debilitador, era un dolor que cegaba, uno que ordenaba y, en ese momento, lo único que quería hacer era pedir explicaciones. Más allá de desear represalias, quería una explicación que hiciera que todas esas confabulaciones que tenía en su mente se derrumbaran como castillos de arena. Quería que alguien le rindiera cuentas.
Porque alguien tenía que hacerlo.
Y sabía exactamente a quien tenía que buscar.
Entró a su casa, abriendo la puerta bruscamente y cerrándola con el mismo impulso. No se fijó en que la nota que había dejado sobre la nevera estaba movida de lugar y que los zapatos de Yugyeom ya estaban de vuelta en el recibidor.
No se fijó en absolutamente ningún detalle mientras subía las escaleras de dos en dos, agarrándose del pasamanos para buscar más impulso, casi lanzando su cuerpo hacia arriba. Sus palmas estaban sudadas y su respiración pesada, pero no le importaba. Fue directo a la habitación de Jinyoung y abrió la puerta sin tocar. Esperaba encontrarse al menor acostado en su cama o sentado en el marco de la ventana, como había estado los últimos días mientras reposaba su herida. Eso era lo que esperaba, eso era lo que estaba dispuesto a enfrentar.
Pero nunca pensó lo que lo recibiría sería un Yugyeom recién duchado. Uno que estaba de pie, de espaldas a él, sujetando la toalla contra su cuello a la vez que le sonreía a Jinyoung.
Un Yugyeom que tenía unas enormes orejas grises en su cabeza y una peluda cola del mismo tono, moviéndose suavemente entre sus piernas.
Su abrupta entrada hizo que el omega pegara un brinco y ocultara sus atributos, pero ya había sido demasiado tarde, Jaebum lo había visto y Jinyoung, quien estaba sentado en el borde de la cama, solo atinó a llevarse la mano que no tenía afectada al rostro y maldecir por lo bajo.
-Tú...- Jaebum entró, avanzando hasta donde estaba Jinyoung, se notaba la furia en su mirada, en sus gestos, en el dedo tembloroso que señalaba al castaño.- Tú, pedazo de mierda, me debes una jodida explicación muy buena.
-Jaebum, cálmate...
-¡No me voy a calmar! ¡No me da la gana de calmarme, Jinyoung! ¿Qué mierda te pasa? ¿Qué significa eso?- señaló a Yugyeom, quien había retrocedido varios pasos, aterrado.
-Jaebum, solo...- Jinyoung se puso de pie y trató de acercarse, pero Jaebum retrocedió, rechazando su cercanía.
-¡Tú fuiste quien los trajo! ¡Bambam, Yugyeom... Jackson! ¡Fuiste tú, y obviamente lo sabías! ¡Lo sabes todo y aun así lo hiciste!
-No es como tú piensas. Si solo me dejaras...
-A ver...sorpréndeme.- Jaebum cruzó los brazos sobre su pecho.- Quiero ver la mierda de explicación que me vas a dar.
-Sabes perfectamente que no estás manejando esto como es debido.
-¿Quién carajo eres tú para decirme como tengo que manejar mi mierda, Jinyoung? ¿Quién carajo eres tú para querer jugar con mi vida de esa forma?
-Solo son híbridos... no son demonios. No ha pasado nada malo, te llevabas bien con ellos... míralo.- señaló a Yugyeom.- Es Yugyeom, el mismo Yugyeom de siempre, no porque sepas que es un híbrido tiene que cambiar algo.
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¡No se admiten mascotas! <JackBeom>✓
Fanfic¿Qué hacer cuando lo peor que te puede pasar por la mente es justo lo que te sucede? Esa fue la pregunta que se hizo Jackson en el instante en que conoció a Jaebum. En el instante en que puso su mundo de cabeza. Porque Jackson es un híbrido y a Jaeb...