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Bambam salió del salón sintiéndose fresco y renovado. Supuso que seguro Mingyu había decidido darlo por incorregible al ver que no había logrado intimidarlo. Se puso las manos en la cintura y respiró profundo. El sol del mediodía le daba en la cara y todo lo que su nariz conseguía sentir era el olor del peróxido del tinte, pero aun así se sentía genial. Mingyu no le había contestado, y eso que se había quedado hablando con la estilista por unos minutos, inconscientemente esperando una respuesta. El silencio de su celular solo indicaba que Mingyu finalmente había decidido dejarlo tranquilo.

Aun no podía creerlo del todo realmente.

Tomó su móvil y lo desbloqueó. Abrió la aplicación de mensajería, aun un poco dudoso, tal vez sí hubiera respuesta pero no le había llegado la notificación.

Pero no. El chat seguía igual. Sí, Mingyu lo había dejado en visto. Eso nunca había pasado antes, siempre era Bambam quien cortaba las conversaciones entre ellos cuando Mingyu conseguía sacarlo de quicio. Pero ahora, que además, era la primera vez que lo contactaba, que le mandaba una foto, y que lo desobedecía de esa forma tan directa, Mingyu simplemente no le contestaba. ¿Estaría enojado?

Bambam bloqueó el móvil de nuevo y cruzó los brazos, preocupado.

¿Se metería en un problema por lo que había hecho?

La idea de entrar de nuevo y teñirse el pelo de blanco cruzó fugazmente por su cabeza, pero la rechazó enseguida. Definitivamente no podía dejarse influenciar por ese tipo. Dios, ni siquiera lo había visto más de una vez. ¿Por qué rayos sentía de vez en cuando como si lo que ese tipo pensara importara para algo?

Sacudió su cabeza y se acomodó su nuevo cabello azabache con un gesto coqueto. No iba a pensar más en Mingyu, su vida definitivamente no giraba alrededor de él. Bambam era un hombre que tenía muchas mejores cosas que hacer.

Por cierto…

¿No había algo que él tenía que hacer?

Bambam comenzó a andar con la mirada perdida en el suelo.

Definitivamente había algo que se le estaba olvidando. Se acarició el mentón mientras hacía que su cabeza trabajara frenéticamente. Había algo que se le escapaba, y, por alguna razón, le daba la sensación de que era algo importante.

¿Qué sería?

Caminó un par de cuadras más mientras seguía pensando.

¿Qué rayos era lo que tenía que hacer?

Volvió a ver su celular, esperando que, de alguna manera mágica, la respuesta apareciera. Y de cierta forma lo hizo, porque cuando vio la hora, se ataron todos sus cabos sueltos mentales.

Era la una menos diez.

-¡Jackson!- exclamó haciendo que dos o tres personas lo miraran raro.- ¡Mierda!- recordó que debía haberle dado los supresores a las diez de la mañana y una sensación ansiosa lo recorrió.

Mark lo iba a matar.

Si había algo que a Bambam no le gustaba eran los alfas enojados.

Mierda. ¿Mark sería del tipo que se pone violento cuando se enoja?

Bambam comenzó a correr rumbo a la parada del autobús, no le quedaba dinero como para tomar un taxi a casa. Así que solo podía rezar por varias cosas, como que el autobús pasara rápido, o que en casa no hubiera sucedido nada, que Jackson siguiera durmiendo y que Jaebum hubiera salido por cualquier razón estúpida. Solo eso podía hacer. Rezar.

Jaebum se metió a la ducha y se dejó empapar por el agua caliente.

Se sentía frustrado, y ya no recordaba una emoción distinta a esa. Llevaba varios días sintiéndose frustrado. Queriendo tener algo que jugueteaba frente a sus ojos pero que siempre se alejaba en el último instante.

¡No se admiten mascotas! <JackBeom>✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora