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Después de haber ido a dejar a Bambam en su trabajo, Jinyoung regresó a la oficina de Mingyu. Allí ya los demás lo estaban esperando para salir. Él simplemente los siguió en silencio y se subió a uno de los oscuros autos que estaban esperando fuera.

Condujeron hasta el centro de la ciudad, adentrándose en unas entrecalles donde solo había edificios de apartamentos. Todos se bajaron allí y se metieron a un callejón que estaba mal disimulado entre dos edificios que tenían restaurantes en el primer piso.

Jinyoung no tenía idea de adonde estaba yendo, pero cuando vio que Jun abría una puerta que parecía estar oxidada y no haber sido abierta en años se fue haciendo una idea del sitio al que se dirigían. Desde que se introdujo por la descuidada entrada sintió un fortísimo olor a alcohol y productos químicos que lo hizo arrugar cada músculo facial que tenía. Notó que varios de los híbridos también arrugaban su rostro y, por un segundo, sintió lastima por ellos y su olfato súper sensible. El pasillo que los recibió estaba mal iluminado y en el suelo había varios charcos de algo que Jinyoung francamente esperaba que fuera agua. A ambos lados del pasillo había varias puertas que, a juego con el resto del sitio, estaban deterioradas y con señales de humedad. El pelinegro pensó que todos aquellos tipos con traje desentonaban en aquel lugar como una vaca en una tienda de departamentos.

Llegaron a una puerta que se hallaba semiabierta. Jinyoung pudo distinguir por la abertura lo que le pareció como todo un desorden. Sus sospechas se vieron confirmadas cuando Jun, quien encabezaba el grupo, abrió ampliamente para que los demás pudieran pasar.

Jinyoung supuso que aquella era una de las susodichas farmacias clandestinas que Mingyu manejaba, pues se trataba de un pequeño apartamento, obviamente transformado, en el cual había dispuestos varios anaqueles y un amplio mostrador que dividía la sala en dos. El mostrador había sido de vidrio, pues podían distinguirse los millares de fragmentos de cristal roto desparramados por todo el suelo del lugar. Además de cristales, había un montón enorme de píldoras y frascos regados por doquier, todo indicando que el sitio había sido violentado y, quienes quiera que lo hubieran hecho, se habían ensañado en destruirlo todo hasta no dejar nada recuperable.

Mingyu tenía el ceño fruncido y movía un poco su nariz. Olfateando el aire. Jinyoung notó que los demás también hacían lo mismo, sin preocuparse por llenar el molesto silencio que se había apoderado del lugar.

-Esto ocurrió por la madrugada.- finalmente Jun habló, sin dirigirse a nadie en particular.- El chico que estaba trabajando aquí tiene heridas graves y ya fue llevado a la clínica. Al parecer los vecinos no escucharon nada, o al menos, eso dicen. Es imposible que no hayan sentido nada, seguro fueron amenazados para mantenerse callados. En este sitio solo viven híbridos ilegales y algunos humanos de bajos ingresos o que están tratando de esconderse.

-Puedo sentir un par de alfas y creo que un beta. No puedo distinguir muy bien por el olor de las medicinas.- Vernon olfateaba el aire con una mueca.- Lo que sí es seguro es que no usan neutralizadores. Se nota el descuido general en todo lo que hacen.

Un papel en el suelo, cerca de una mancha de sangre, llamó la atención de Jinyoung. Caminó hasta allá y se agachó para recogerlo. Le resultó curioso que, contrario a todo lo demás, aquel papel estuviera limpio y sin arrugas. Lo miró por un instante, pero lo que había escrito, si bien reconocía algunas letras, no podía darle sentido.

-¿Qué tienes ahí?- Mingyu se acercó y le quitó el papel de las manos. Lo miró también, arrugando sus cejas de la misma forma que lo había hecho Jinyoung. Al no poder leer lo que decía se acercó el papel al rostro y lo olfateó, para después dárselo a Jun.

-¿Sabes algo de esto?- Jun examinó las letras.

-Es japonés… solo eso te puedo decir. Pero ni idea de qué dice.

¡No se admiten mascotas! <JackBeom>✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora