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Las luces de un alto edificio recién inaugurado al otro lado de la ciudad, se encendieron con la llegada de sus ocupantes. Aya abrió las cortinas esperando que la vista del lugar fuera del agrado de Sunem, porque nade más que ella había escogido tan agradable habitación; después de todo, era difícil acertar en los gustos simples de esa chica. Era una mujer desinteresada por los lujos, pero por órdenes de su hermana mayor tuvo que arreglárselas para traerla a ese edificio. Rose Bernstein, no estaba dispuesta a ser rechazada y se esmeraba pacientemente en que esa mocosa hermana menor, aprendiera a vivir con elegancia, por ese motivo, la princesa rubia se ocupó del diseño de los ostentosos hoteles de Noah Group.

[···]

Sobre la misma ciudad, las estrellas brillaban en el cielo, siempre creando una de las escenas más bellas que hacían relucir el jardín de la casa con estilo oriental, posesión del antiguo clan Yata.

La motocicleta de la sacerdotisa actual líder de la familia Kagura estaba estacionado en la entrada del lugar, donde se llevaba a cabo una reunión secreta que, en realidad, se sentía más familiar de lo que los presentes se atreverían a aceptar. Las miradas de incomodidad entre las personas que se habían reunido ahí, no pusieron nerviosa a la mujer de cabellos negros, sin importar que tan hostiles se percibían entre sí.

—Yagami, Kusanagi.

Una chica rubia saludó a los hombres salvajes que apenas estaban juntos, eran capaces de desatar un apocalipsis y caos inevitable.

—Frey, estas aquí.

Kagura Chizuru saludó a la joven ignorada, para ofrecerle un lugar dentro de la reunión.

—Por tu expresión, no pareces estar emocionado de verme, Kusanagi.

La rubia río para sí misma una vez se sentó cerca de Kagura, provocando descaradamente al heredero de la casa Kusanagi: un hombre de poca paciencia quien no tolera las bromas de mal gusto, ni a las mujeres escandalosas. Frey era una chica problemática en palabras de Kusanagi Kyo y una codiciosa acosadora en las de Yagami Iori.

Kagura bebió con elegancia del vaso de té sobre sus dedos. Los saludos fueron cortos y entonces, su expresión amable se tornó fría y llena de preocupación.

—Les he pedido venir, porque hay algo que me inquieta, sé que esto se sale un poco de las vidas tranquilas que han tenido, pero definitivamente tengo que hacérselos saber.

Kusanagi supuso rápidamente de qué iba todo aquello, antes ha tenido una aburrida conversación con su padre Kusanagi Saisyu y estaba sorprendido de lo intuitivos que resultaban los viejos con esos asuntos irritantes.

—El nuevo torneo de KOF se adelantó, lo que se habían previsto para medio año, sucederá en 1 mes.

—Si solo vas a pedir que formemos este equipo de nombre tan ridículo, no tenías por qué hacerme venir.

Era claro que, a ese pelirrojo, las reuniones por asuntos triviales, le resultaban un dolor de cabeza, más aún si tenía que verle la cara a algún Kusanagi y se viera obligado a no romperle el cuello.

—Creímos que el motivo de esto podría ser Rose Bernstein, pero ella simplemente lo ha negado.

Kagura era la clase de persona a la que se veía obligado a escuchar. Nunca estaba de acuerdo en seguirle el juego, pero realmente esperaba por lo que tuviera que decir.

—"Esto solo es un juego, pero voy a advertirte algo como regalo, esos tesoros que te has esmerado en proteger como si fuesen tuyos, te serán arrebatados." Esas fueron sus palabras.

Kagura fue directa, recitando tal cual, las palabras que Rose Bernstein le dijo, cuando la sacerdotisa tuvo el atrevimiento de preguntarle, si el nuevo torneo tenía que ver con su familia.

—Dice que no tiene que ver, pero habla como si lo supiera todo, esa mujer está jugando sucio.

Kusanagi también perdía fácilmente la paciencia, ante las personas que se andan con tantos misterios, pero las decisiones debían ser tomadas, y no había elección. Hasta el momento en que el sol saldría de nuevo, las dudas y los temores no se despejarían y la única tranquilidad residía, en la confianza sobre sus propias fuerzas.  

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