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En algún momento, ambos fueron devorados por el despiadado tiempo, Sunem ni siquiera se había dado cuenta de como se quedó dormida, pero ahora que sus ojos oscuros se abrieron de nuevo; cuando la luz entraba por las ventanas. una cálida sensación que recorría su espalda, volvió imposible moverse. De alguna forma, el espacio entre los dos se había acortado lo suficiente como para que ella pudiera percibir la respiración lenta y profunda de ese hombre muy cerca del oído. En realidad, Sunem habría permanecido durmiente por el suave y cálido contacto de su cuerpo, pero despertó por culpa de una sensación que, sin importar cuanto hubiera deseado no percibir, aceleró los latidos de su corazón.

Estar tan cerca del cuerpo de Yagami era por si sola una razón para terminar en ese estado de desconcierto. No tenía recuerdos sobre la noche en que hizo cosas fuera de su conciencia, pero estaba segura de que su cuerpo se había sentido de esa manera antes. A su parecer, Yagami estaba indudablemente dormido, así que, no existía explicación alguna para las reacciones involuntarias de su cuerpo. Ella se estremeció incapaz de moverse debido a la naturaleza masculina de ese pelirrojo por las mañanas y seguramente tenía todo que ver con que su anatomía femenina baja, estaba rosándolo irremediablemente.

Lo que experimentó su cuerpo fue desconocido, pero indudablemente le gustaba, ella misma sentía una terrible y latente incandescencia entre sus piernas.

Estuvo un buen rato tratando de no moverse, preguntándose sobre lo que debería hacer, y justo cuando levantó su mano para cubrirse los labios, el cuerpo de Yagami la empujó con cierta delicadeza.

—¿Por cuánto tiempo más vas a quedarte así? ¿Tanto te gusta?

La voz grabe que fue tan poderosa, apenas se podía describir como un susurro, pero tuvo la fuerza de agitar su cuerpo entero. Y, aunque lo más normal de la situación, hubiera sido aprovechar el reproche para alejarse tanto como le fuera posible, Sunem se quedó completamente paralizada.

—Si.

No le tomó mucho tiempo responder, silenciando a Yagami. Claramente, su respuesta estaba fuera de sus expectativas y terminó preguntándose sí, su corta palabra se refería a una afirmación, o sí, fue una forma de anunciar que iba a moverse.

Sunem misma se avergonzó por soltar una respuesta tan descarada y tras esperar un par de segundos, tuvo la intención de quitarse de enfrente, pero la grande mano derecha de Yagami la retuvo tan solo con posarse sobre su cadera. Inmediatamente un profundo suspiro salió de sus labios al sentir de manera más real, el bulto rígido y caliente.

—Ese día, tu cuerpo reaccionaba de esta misma manera.

La voz de Yagami la devastó completamente, resultaba ser que aquella noche, cuando se quedó dormida, sucedió algo similar. Aun así, ella no podía recordarlo, quiso lamentarse por olvidar algo que se sentía tan increíblemente bien.

—Deberías saber que no debes dormir en la cama de un hombre.

—He dormido con onii-sama muchas veces, nunca escuché algo sobre eso.

Por alguna razón, para el pelirrojo, escucharla hablar sobre ese hombre, empezó a ser molesto.

—Es la naturaleza de un cuerpo masculino, incluso el de tu onii-sama.

Como si una bestia feroz hubiera sido despertada, Yagami sonrió mientras le hablaba rosando la piel de su cuello, Sunem no pudo responder para negar sus palabras y ni siquiera fue capaz recrear una imagen de su onii-sama, porque su cabeza se negaría a funcionar mientras mantuviera esa posición.

Yagami deslizó la palma de su mano apenas un poco sobre la suave tela de su vestido negro y esa provocación, fue suficiente para sofocarla, entonces un sutil gemido salió de su voz debilitada atravesando toda la resistencia que el pelirrojo pudiera tener. Esa mujer, simplemente estaba cediendo a él.

—Es suficiente, no estoy jugando. No tienes idea de lo que puedo hacerte.

—Lo siento, de alguna forma ser tocada por ti es demasiado... fascinante para mi cuerpo, si estoy siendo molesta por favor discúlpame.

Ella se apartó finalmente en un intento por recobrar los sentidos, mostró sus intenciones de levantarse también, pero Yagami la devolvió a su lugar capturándola y luego, acechó su cuerpo para acorralarla. 

Se sostuvo sobre las palmas de sus manos obligándola a mirarlo a la cara. Esos ojos rojos eran tan profundos y, aunque estaba avergonzada, se quedó mirando la belleza de eu rostro.

—Parece ser que los deseos de tu propia naturaleza te han traicionado.

—Puedo controlarlo.

—Entonces contrólalo ahora.

Yagami acercó sus suaves labios a la altura de su cuello. Su respiración la acarició y cuando su boca húmeda besó su piel, fue consciente de que no podría controlar nada, aún sí, de verdad tuviera la intención. 

Enlace De SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora