Parte 3 El sol y la luna

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La figura de un hombre como Yagami, llamaba mucho la atención, aunque siempre parecía desear pasar desapercibido, por eso, cuando su intensa mirada se postró sobre Sunem, ella fue incapaz de soportarla.

—Tu actuación merece méritos.

El pelirrojo avanzó directo hacia ella, mientras sacaba las manos de sus bolsillos para extenderlas elegantemente, fue hermoso su cuerpo entero al convocar las llamas ardientes que resplandecieron en sus manos. El fuego se levantó deslumbrando los ojos oscuros de la chica y solo entonces, se hizo a un lado. Yagami le dirigió un ataque directo que por poco la alcanza; sin embargo, la piel donde apenas rozó el fulgor purpura, ardía considerablemente. Entonces no hubo tiempo para pensar; El potencial de pelea de Yagami fluyó instintivamente, lanzó un golpe con una sorprendente velocidad que, Sunem apenas pudo detener.

—¡No te perdonaré si intentas hacer algo estúpido! ¡Yagami!

Sunem apenas fue capaz de escuchar a Kusanagi, el mismo castaño se encontró en una incómoda situación, porque no tenía razones para detenerlo o para interponerse. En el fondo aún se preguntaba exactamente qué tan fuerte era esa chica, y verla detener los ataques de Yagami, comenzó a ponerlo más y más ansioso.

—Tu gusto en hombres es tan malo como tus mentiras.

Sunem levantó la cara protegiéndola con su pequeña mano, del puño que estuvo a punto de colisionar contra ella. Yagami era magníficamente fuerte, le costó sostenerlo y terminó por retroceder.

—Puedo entender que estés molesto.

Ella habló con dificultad, mientras se acomodaba el cabello. Ese fue un ataque sorpresivo, nunca esperó encontrase a ese hombre en ese lugar y en tales condiciones, aunque no tenía nada de extraño realmente.

—Si esta es la manera en que quieres arreglarlo, está bien.

—Arreglémoslo de la misma manera en que lo has arreglado con Kusanagi. Usa los mismos métodos, aunque esta vez, ¡no podrás engañarme!

Estaba segura de que su frustración era inmensa, y que no importaba cuando quisiera explicar las cosas, nada se solucionaría.

El pelirrojo sacudió su mano derecha para lanzar su siguiente ataque. Un joven con las piernas largas que tiene tal habilidad de coordinación en batalla, era un oponente problemático si es que Sunem pretendía seguir conteniéndose; mientras limitaba su ataque a movimientos simples, pues, recibió más de un golpe, siendo incapaz de contratacar.

—Querías saber sobre mí y ¿por eso dormiste conmigo? ¿también planeas dormir con Kusanagi?

El repentino reproche de Yagami sorprendió al castaño, pero sin duda, fue mucho más caótico para Sunem y la desarmó en su totalidad. Fue golpeada con un poder considerable en el pecho y el impactó creó una ráfaga de viento que terminó por sacudir su brazo lesionado.

—¿Dormir?

Esa era una declaración infundada, pero Yagami no se veía como alguien que bromea tan deliberadamente. Sunem quiso respirar, el dolor creciente comenzó a nublarle la cabeza.

—¿Por qué tendría que planear algo así? ¿¡Te volviste loco!?

La sangre brotó en el instante en que dio un paso al frente para continuar, pero justo cuando Yagami se desplazó para alcanzarla una vez más, las ardientes y fulgorosas llamas Kusanagi, lo devolvieron a su sitio.

Finalmente, Kusanagi Kyo se puso en medio. Fue justo en ese momento que los sentimientos del chico castaño, comenzaron a desequilibrarse, por qué el brazo de Sunem se había dañado de nuevo y la forma en que Yagami la mirada, tenía un significado más allá de lo que pudiera imaginar. Ese pelirrojo estaba muy confiando. Y a pesar de sus palabras provocadoras, no estaba siendo lo despreciable que solía ser cuando algo le molestaba.

—Quítate de en medio, Kyo.

—Ella esta herida ¿Acaso estas ciego?

Yagami rio con total descaro, porque apenas podía soportar lo que veía.

—Esta es una pelea ¿Qué es lo que esperabas?

Sunem miró al suelo, donde su sangre se derramaba, y se olvidó del dolor físico, cuando su pecho se oprimió. La amabilidad de Kusanagi era algo que no se atrevería a tomar por mucho más tiempo.

—Está bien, Kyo.

La chica soltó su brazo en un intento por ocultar lo molesto que le resultaba. Recordó entonces la mañana de ese día, cuando abrió los ojos: su brazo se sintió adormeciendo, a un lado de la cama donde había dormido, el cuerpo adormilado del chico Kusanagi estaba perdido en un profundo sueño y a su vez, tenía aprisionada su mano. Ella se levantó prudentemente para evitar despertarlo, porque tenía un rostro conmovedor al que no deseaba intranquilizar.

—Combate a Yagami cuando tu brazo este rehabilitado.

—Me preguntó si esa herida es real.

Inesperadamente, el pelirrojo avanzó aprovechando que la atención de Kusanagi estaba sobre la chica, pasó de él para acercarse a una confundida y nerviosa Sunem. Su reacción inmediata fue la de retroceder, pero antes de ocultar su brazo, el pelirrojo la alcanzó sin preocuparse de tener el menor cuidado y solo hasta que rompió la manga de tela negra, un recuerdo claro, congeló su antes irritada expresión: Era ese mismo brazo el que atendió por sí mismo hacia tan solo unos días.   

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