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El silencio se extendió entre ellos cuando el angelical rostro de Yuki palideció en silencio. No era el mejor momento para que ella y Yagami prestaran atención a las filosas palabras de Frey, pero la reacción en Sunem creó una gran duda en el interior de la joven castaña. Si bien, la respuesta era bastante simple, le sería imposible responder sin crear un malentendido.

—Yo también tengo curiosidad por saberlo.

Yagami sonrió desde su lugar con total descaro, su grave voz acompañada de un gesto de repulsión fue demasiado doloroso de sobrellevar. El pelirrojo clavó su fría mirada directa sobre esa chica al mismo tiempo que, avanzó hacia ella. La paralizó injustamente, incluso creyó que no podría mantener la cara en alto.

—¡Yagami!

Iori pasó de Kusanagi completamente y en cuanto estuvo cerca de esa mujer, tomó su brazo. La ansiedad en todo su cuerpo se leí fácilmente, estaba determinado a obtener una respuesta, pero por alguna razón, no quiso escucharla en ese lugar y, se terminó llevando a la chica consigo desvergonzadamente, sin importar el caos que había ocasionado. Nadie podía oponérsele, ese hombre podía atacar de esa forma cuando estaba realmente molesto.

De nuevo estaba arrastrando a Sunem a una desgarradora realidad que la destrozaba, pero no se atrevería a negar que con solo mirar su espalda mientras avanzaban, su intranquilidad y desconfianza iban desapareciendo, hasta podría decirse que podía imaginar lo que vendría.

En algún momento, dejó de sostenerla con fuerza, aligerando su paso, ella esperó a que él se detuviera, y si no tenía planeado hacerlo, entonces lo seguiría hasta el final, cualquiera que fuese a ser.

—No tienes buen gusto, no puedo creer lo bajo que has caído.

Por primera vez entendía perfectamente sus palabras, y su mirada se perdió en el cielo, no quería discutir, pero estaba justo frente a la crueldad personificada.

El pelirrojo golpeó la pared con su palma, acorralándola. Era imponente en todo su esplendor, sin embargo, ella también estaba irritada y confundida, y nada de eso tenía que ver con su interés por los tesoros sagrados, en realidad, se sentía herida porque Yagami era despiadado.

—¿Te preocupa algo como eso? Kusanagi es la clase de chico del que cualquiera se enamoraría.

—Tú, ¿realmente estás interesada en Kusanagi?

Sunem no podía creer que estuviera preguntando tal cosa, se sentía extraña y odió el hecho de contener todo lo que habría querido responder.

—¿Acaso estas escuchándome?

Con su evidente demora por responder, la desesperación se apoderó del pelirrojo y tomó con su mano, el pequeño rostro para obligarla a hablar sí, era necesario, pero los ojos opacos de la chica solo podían reflejar reproche, esta era la primera vez que la veía verdaderamente furiosa.

—¿Por qué me miras así? ¿Por qué tenía que ser justo él?

—Estas equivocado.

Sunem retrocedió y el, simplemente la liberó, aún si no aceptaba su extraña respuesta, se quedó quieto.

—No quiero ser expuesta de esta manera tan vergonzosa por un hombre comprometido.

Yagami experimentó cierta culpa al verla tan disgustada y tuvo la intención de dejarla ir cuando ella mostró tales deseos, pero en tan poco tiempo, simplemente cambio de opinión.

—¿Quién está comprometido?

Volvió a tomar tenazmente su brazo para acercarla hacia él como si deseara mirarla de cerca. Elevó su mano para acariciar con sus dedos el rostro apático. Ella no opuso ninguna clase de resistencia, ni siquiera cuando la atención de Yagami fue robada por sus labios.

Estaban sobre una calle solitaria y, aun así, se sintió avergonzada porque en esos misteriosos ojos rojos llenos de confianza, ardía una luz de desesperación. Sus mejillas se sonrojaron, y suspiró. Más que cualquier cosa, más que los tesoros sagrados, lo quería a él y falló en resistirse a ser sometida a su egoísta voluntad. Cerró los ojos envuelta por la calidez de su toque y lo que no era capaz de decir con sus labios, terminó expresándolo de esa manera, desencadenando un inesperado y salvaje beso que la devoró desde el primer roce. Yagami tomó su cintura y acercó su cuerpo envolviéndolo con sus largos brazos, porque en esos ojos opacos, vio reflejado un desenfrenado deseo.

Enlace De SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora