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Con las luces de las lámparas aún encendidas, el cuerpo del rubio Bernstein estaba recostado sobre la cama. Por un largo rato, Susano contempló al príncipe y se sintió incapaz de tocarlo en un principio. Sus largos cabellos chocaron contra la cama cuando se acercó a su rostro para mirarlo de cerca, porque deseo que su belleza quedará por siempre guardada en su memoria.

—Ya no puedo interferir más, tengo que irme.

Algún día pagaría por sus pecados y creyó que nadie era mejor verdugo que la diosa de la luna. Por un corto tiempo apreció la figura del joven heredero de la familia Bernstein, pero el tiempo no se detendría jamás y debía hacer frente a su destino.

Cuando abandonó el recinto del hombre por el que estaba dispuesta a rebasar sus límites. Rose Bernstein había aparecido también en el pasillo, reviviendo un incómodo momento del pasado entre las 3 figuras.

—Cuidaré de onii-sama.

Esas fueron las palabras de Rose hacia Susano. El dios que fue enviado a la tierra como castigo por sus actos en contra de los dioses.

Tsukiyomi extendió su mano entonces, y con una velocidad casi imposible de notar a los ojos de Rose, se movió al otro extremo en dirección hacia una sorprendida Susano, pasando de ella y deslumbrándola con un pequeño destello.

En tan solo segundos, los largos cabellos plata se oscurecieron uno a uno y la conciencia de la deidad, comenzó a disolverse.

Un salto de tiempo y espacio que duró segundos, creó una conmoción en la cabeza de la chica, volvía a ser ella misma, pero no mostró signo alguno de conciencia, y su cuerpo estuvo paralizado por un par de segundos.

Había vuelto la hermana problemática. Rose contuvo sus sentimientos, porque dudó muchas veces que todo pudiera salir como ella lo planeó.

Los signos vitales volvieron entonces, la chica de cabellos oscuros movió sus dedos. Su vista fue borrosa en un principio, pero reaccionó instantáneamente. Hizo un gesto de dolor tocándose la cabeza, y claras escenas de los segundos pasados, se acomodaron en su cabeza.

Pensó con seriedad, no hubo necesidad de que recapitulara el curso de las cosas, el solo hecho de saber que estaba ahora ahí, con esos dolores insoportables, fue suficiente para suponer lo que había sucedido.

Era el momento de las despedidas para ella, fue lo primero que Rose supuso, ahora simplemente podría regresar con ellos. La idea debería de sonar satisfactoria, ese fue su principal propósito desde un principio, y no era mentira que deseaba mirar el rostro de Adelheid para ser capaz de decir: "Ya todo está resuelto", pero un vacío en su interior le impidió sonreír como debería hacer ahora que llegó tan lejos.

Miró hacia la ventana, donde la luz de la luna penetraba y se expandía en los pasillos, deseaba ser liberada de ese sentimiento de confusión que existía en su pecho, pero se contuvo. Este era el fin, esta noche, ella debería solo regresar a su vida normal.

Tsukiyomi suspiró. Las cosas que Sunem estaba intentado comprender, ella las entendía perfectamente. 

—Ve a despedirte, si no eres capaz de regresar, entonces, solo déjalo en mis manos.

El efecto de sus palabras agitó su confundido corazón y buscando el rostro de Rose, bastó su indiferencia para que Sunem diera un paso atrás. A Rose le tomó tiempo reaccionar y antes de intentar detenerla, Tsukiyomi la hizo retroceder.

—Ahora es muy fuerte, no deberías preocuparte.

—¡No me importa eso! Solo es que... 

—Es mejor de esta forma, él debería descansar. 

En el rostro de Rose se formó un gesto caprichoso de indecisión.

—Ahora que lo pienso, ¿Qué haces fuera de la habitación de Adelheid onii-sama?

—Es el amor de mi vida, no hay nada de raro en eso.

—¡No lo llames de esa manera, suena vulgar!  

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