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La comunicación entre las llanuras del norte y la base en Osaka se perdió inevitablemente. El comandante Heidern dejó caer su cuerpo sobre el asiento, aunque mantenía la calma, en su rostro se remarcaron las arrugas.

Como era de suponerse, una maquina asesina creada con la más alta tecnología, daría esa clase de problemas, porque la muerte no era gran cosa para él, ese era el tipo de monstruo que era Rugal. El mismo que derramó la sangre de sus seres más preciados sobre la tierra. Deseaba despedazarlo con sus propias manos, fue su propósito perseguirlo mientras vivía, para sacarlo de cualquier rincón y fragmentarlo, pero ahora... justo ahora, no importaba cuán grande fuera su promesa hacia sí mismo, aún si el perdón nunca cruzaría sus pensamientos, a él, a ese joven Bernstein, simplemente no podía dejarlo morir.

Este ser inorgánico Rugal, no poseía ninguna expresión en su rostro, pero fue fabricado por un deseo más grande que su fuerza. Diseñado para no perder; la sombra y el cuerpo vacío de God Rugal eran simplemente indestructibles, algo tan poderoso creaba fáciles deducciones de lo que podría venir en un futuro.

"He esperado tantos años por esto, pero ahora, ni siquiera siento pena por un hombre tan miserable como tú, Rugal Bernstein."

Yagami y Kusanagi tenía intenciones de recuperar la batalla que les fue arrebatada, ellos nunca perdían la seguridad, cuando sus flamas se sincronizaban, estaban destinado a cambiar el curso del destino, pero su papel en ese lugar, había terminado. 

Adelheid se levantó una vez más entre los escombros estorbosos, su respiración salía con dificultad. Ahora no podría decir que contaba con las habilidades necesarias o la fuerza suficiente para ser el indiscutible vencedor, pero confiaba en su último ataque, porque fue ese mismo hombre que tenía al frente quien, le mostró una técnica tan formidable. K'dash lo miró acomodándose sus jafas oscuras. Su precioso rostro había recibido algunos desafortunados rasguños, pero era un hecho que se vengaría por ello.

La humeante flama que creó, guardaba toda su confianza en la potencia del ataque de Adelheid. El príncipe alemán concentró una oscura energía en su mano y sincronizadamente con K'dash, desató un sorprendente ataque que se combinó con una poderosa hoguera.

El cuerpo de God Rugal salió disparado contra la pared más cercana, tan fugaz y tan repentinamente. Sus espejos reflectivos no pudieron igualar el poder del ataque y se quebraron como el cristal más frágil. El imponente Bernstein, fue obligado a usar sus capacidades al límite.

Vino una explosión que cubrió la mitad de la cabina con la insignia [R], un movimiento irresponsable que obligó a los espectadores a salir del lugar. Heidern movilizó a su equipo una vez más. Las explosiones se desencadenaron una a una.

El silencio que se sintió lleno de tranquilidad, reinó por largos minutos, hasta que el estruendo creado por la destrucción total de la cabina, resonó con fuerza. El monstruo de la capsula [R] era inigualable, pero su sistema fue dañado considerablemente.

Cuando la efectividad del ataque fue confirmada por los ojos carmín del agotado príncipe, las fuerzas abandonaron su cuerpo y se desvaneció entre las luces y el espacio destrozado. Para K'dash. verlo caer fue alarmante. Las chispas de energía que salía del piso de la nave, apenas hacían visible el escenario. No estaba en la mejor de las condiciones para moverse por su cuenta, pero intentó alcanzarlo; sin embargo, en ese justó momento, una luz que emanó de una veloz figura, apareció ante sus ojos, sin permitirle saber de dónde o en qué momento exacto alcanzo el cuerpo del príncipe alemán. 

Los ojos de los espectadores no parpadearon ante la siguiente escena. La sorpresa de tener a esa persona frente a ellos, fue diferente para cada uno.

El dios de la tormenta impidió con su luz que, Adelheid Bernstein cayera en la inconciencia.

—¿Quién eres tú? ¡No te metas en esto!

K'dash levantó la voz, el único presente que no resultó afectado por la luminosa presencia. Sus fríos ojos grisáceos, le hicieron frente a la silueta femenina en cuanto fue completamente visible.  

Las personas alrededor se reincorporaron luego de un rato. El funcionamiento de God Rugal resultó completamente defectuoso y su conexión con la cabina que lo alimentaba, se cortó para siempre.

—¡Sunem!

En un momento, muy cerca de su oído, resonó la voz preciosa dueña de un sonido irremplazable, el único sonido que provocaba un temblor en su corazón.

El joven de cabellos rubios abrió los ojos, estando tan cerca del rostro que poseía la luz de un ser que no podría contenerse así mismo. 

Los dedos temblorosos de Susano se alcanzaron hacia el rostro de Adelheid. El dios omnipotente, el mismo al que Kagura reverenció, era el mismo que ahora se aferraba al cuerpo de un simple humano.

—Tú, ¿de verdad eres hermana de este hombre?

K'dash destruyó la extraña atmosfera que se había creado entre esos dos, volviendo el afectuoso momento que se comparaba a un sueño irritante, en nada. Clavó la mirada en las manos de Susano quien, continuaba sosteniendo el rostro del príncipe Bernstein.

—¿Qué clase de pregunta es esa?

—Pareces más una acosadora que una hermana.

—¿Hah? Simplemente estoy protegiendo a mi Adel.

—¿Tu Adel?

El atractivo hombre de cabellos como la plata, lució irritado y confundido.

—¡Qué sospechoso! Oy, Adelheid, ¿puedes escucharme? Cuídate de esta mujer.

La mirada asesina de K'dash despreció al dios tormentoso con una confianza prominente. 

Enlace De SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora