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La batalla final por el campeonato, ya había dejado los cuerpos de los finalistas agotados, su visión y su espíritu combativo estaban llegando al límite. Kagura solo pudo contemplar a Iori y Kyo con dificultades para mantenerse en pie. En esa feroz pelea, ellos ya habían caído, pero aquí iban de nuevo,  sin intenciones de retroceder, pese a que Rugal ni siquiera tenía algo que se le pudiera llamar rasguño.

Incontables veces, los envió al mismo sitio, tan certeras eran esas patadas envueltas en cortantes remolinos, como inalcanzables sus poderosos puños.

¿Por cuánto más Kagura, sería obligada a quedarse fuera? Ellos estaban sin aliento, sus miradas borrosas no alcanzaban a identificar la silueta de su imponente adversario y continuaban siendo heridos, una y otra vez. ¿Qué es lo que Susano esperaba de ellos? ¿Por qué tenían qué pelear hasta ese punto? Al final, la sacerdotisa se dio cuenta de que no quería verlos caer ante sus ojos.

Olvidándose del orgullo de esos dos, ignorando sus deseos por luchar, haciendo frente a una pelea en la que estaban siendo masacrados, Kagura levantó sus manos, tenía que intervenir, pero entonces, una suave brisa rozó sus mejillas. Ella tan solo tuvo tiempo de parpadear cuando una sombra aparecía en medio de la batalla.

El pelirrojo intentó ponerse de pie, incapaz de ver lo que tenía al frente. Chizuru quiso acercarse, de alguna forma, anhelaba que aquello no fuera una ilusión. Aquel joven de cabellos rubios, el príncipe alemán, tenía que ser en verdad Adelheid Bernstein.

Unas flamas despiadadas arrasaron con el lugar; no había forma en que a Kusanagi le quedaran energías para tal hazaña. Las sorpresas no terminaron ahí, el joven que pulverizó gran parte de la vestimenta de God Rugal con su fuego, apareció de un ágil salto. Incluso para Kusanagi y Yagami, aquello fue sorprendente.

—¿Estás seguro que no quieres dejármelo todo? Adelheid, esa cosa merece un poco de respeto.

El recién llegado se quitó las gafas oscuras que cubrían sus deslumbrantes ojos, y su bella piel bronceada, resplandeció con las flamas que salieron de sus dedos.

—Voy a tomar la responsabilidad por los daños que ha causado mi familia.

—¡Si es lo que quieres, no me reclames después por destrozar el trasero de tu querido padre!

Un increíble balance entre los movimientos de aquellos dos, dejaron fuera de combate a los tesoros sagrados.

Las luces de sus energías eran reflectivas a la vista, complicando la concentración de quien sea que mirara.

—Ellos se encargarán de todo, Kagura Chizuru-dono, Heidern desea verte en la torre de control.

Una voz familiar distrajo a la sacerdotisa Yata, en ese momento, el imponente y sonriente Máxima se ofrecía a escoltarla personalmente.

—K'dash estando cerca de Adelheid Bernstein se vuelve muy enérgico.

La sacerdotisa comprendió entonces, y como líder de su equipo, la prioridad en su cabeza, fue ocuparse de sus compañeros.

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Entre la luz y los destellos de energía, Susano se movía con rapidez, reaccionando a cada ataque del dios serpiente. En el juego de espacio y tiempo, una guerra entre dos deidades se sentía como el fin del mundo.

—Alguien que nació junto a la luz y que abrazó a la perpetua oscuridad, es repugnante.

Los ojos de Orochi brillaban como el oro mismo, el dios serpiente ahora, miles de años de su derrota, tenía la revancha y la posibilidad de desenmascarar al dios fraudulento que lo engañó, hundiéndolo en la oscuridad.

—¿Entiendes que debo matarte?

Susano sonrió para él, en respuesta a su advertencia. Hasta ahora, tan solo Orochi había mostrado sus habilidades, desde luego que, él dios de la tormenta deseaba corresponder dignamente.

—Suzaku...

Una hermosa llamarada se alzó, invocando al ave de fuego que bailó en las luces hasta convertirse en un disparó directo, pero la luz celestial de Orochi hizo retroceder a la bestia sagrada.

El fénix cerró sus brillantes ojos y extendió sus alas adornando el cielo con su sublime fulgor.

—¡Suzaku!

El dios serpiente estaba deslumbrado ante una presencia sagrada y entonces, notó una peculiaridad

—Eres peor que cualquier mal sobre este planeta, eres un ser despreciable.

La sonrisa de Susano era descarada. Este Susano seguía siendo tan frívolamente astuto, si su fuerza fuera igual a miles de años atrás, estarían al mismo nivel, pero ahora, para alguien que posee el poder de los puntos cardinales, no sería problema matarlo si lo deseaba.

—Aún si me matas hoy, volveré y te obligaré a renacer en el mundo mortal.

—Estas aquí para tener tu venganza, pero yo debo sepultarte en la miseria.

A eso se redujo el destino del mundo, un ajuste de cuentas entre dos dioses egoístas.

[...]

En medio de la conmoción, un sonido repetitivo distrajo la atención del grupo al mando del Sky Noah.

Por la expresión en Aya, algo realmente molesto estaba sucediendo. La princesa Bernstein le ordenó hablar, pero la pelinegra, se había quedado con las palabras atoradas en la garganta.

En uno de los monitores, una alerta registrada desde la base de Osaka sonaba débilmente. La luz en los ojos de Rose se extinguió; por supuesto que lo sabía, era imposible mantenerlo en secreto, porque no existía otro camino para quienes nacían en el honor de esa familia.

El funcionamiento de God Rugal era imperfecto, esas deberían ser buenas noticias, ahora que Adelheid estaba luchando contra él.

—¡Hermano idiota! ¿Qué demonios estás haciendo?

Cuando Rose tomó bajo su poder el proyecto [R] no fue capaz de finalizarlo como se tenía previsto, esa astuta hermana menor, era una completa villana, sabía que Rose no sería capaz de regresar a la vida con sus propias manos a Rugal, y que lo que se levantaría, sería una simple maquina asesina que pediría revancha de aquellos que lo sepultaron; sin embargo, si él: Adelheid, iba a salir lastimado por un deseo suyo, no podría perdonárselo jamás. 

Algún día, en algún momento, la princesa estaba determinada a cumplir sus propósitos por ella misma, así que esa no era la forma en que debían ser las cosas

—¡Sé que me estas escuchando hermana tonta!

En medio de una batalla milenaria, la voz de Rose Bernstein fluyó desde el cielo.

—¡Será mejor que dejes de jugar y te apresures! Si algo le sucede a onii-sama, ¡no te perdonarte!

Una situación desfavorable se presentó, Susano experimentó un escalofrió, y la imagen de Adelheid Berntein atacó sus recuerdos con desgarradora fuerza. Un mal momento para distraerse y Orochi la tomó del cuello, aprovechando esa conmoción.

Su fuerza la dejó sin aire y la lanzó cruelmente contra un proyectil luminoso que le desgarró la piel de su brazo derecho. Ha sido un corto contacto físico, pero fue suficiente para herirla en gran medida.

Susano ha tenido todo el tiempo del mundo para planear el curso del destino y salir victorioso, qué ser tan vil y repugnante es el dios de la tormenta ante los ojos que brillaban más que el oro.

—Mientras siga vivo, yo querré ir hacia ti, te encontraré. Ahora mismo es un suicidio continuar, volveré al terreno celestial.

—¿Qué?

—Encontraré la forma de vencer tus repugnantes métodos. Hasta entonces, disfruta de la luz que hay en este mundo, así será más placentero cuando por fin pueda destruirlo.

Ella entendió sus palabras, una vez su figura comenzó a disolverse en el viento.

La sonrisa del dios serpiente desapareció con su esencia. Él, esperó a ser liberado, pero sabía que por ahora no podría ganarle al único dios que lo derrotó, quizá el tiempo le daría la verdadera oportunidad que buscaba, en algún otro momento.

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