3.6[18+]

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Yagami nunca se detuvo a pensar de que, esta podría ser la primera vez de esa chica. Ahora que su cuerpo se retorcía por la feroz penetración, no estaba en ninguna forma suplicando si es que sentía dolor. Su cuerpo tembló por un instante y sus débiles manos se enterraron en las sábanas de la cama.

Cuando Yagami comenzó a moverse mucho más rápido, una mezcla de sensaciones nubló la mente de la joven. Aunque era desgarrador, a su cuerpo pronto comenzó a gustarle. Contuvo el sonido de su voz y permitió a Yagami salir y entrar a voluntad. Y como si Iori lo sospechara, fue cuidadoso durante un buen rato conforme le devolvía el placer y su respiración volvía a fluir.

Sunem es una mujer que camina por la vida sin ningún tipo de temor en sus ojos, Yagami lo notó desde esa primera vez que se encontraron en STARDUST. Era directa cuando se le permitía y ahora podía decir que había descubierto un nuevo lado de ella. Podía hablar a veces tan egoístamente con una seguridad sorprendente, pero someterla era una tarea fácil si la llevaba por un camino que la cautivara y la cegara de placer.

Yagami alcanzó su cintura, y obligó a ese frágil cuerpo, a seguir su ritmo. La previa estimulación parecía haberla adormecido y el dolor que ella experimentó, fue como recibir una fresca lluvia después de permanecer dentro de las llamas del infierno. Él, empujó incontables veces, al mismo tiempo que recorría su piel con sus dedos, llevándola a perder el control total de sí misma. Sus pensamientos estaban bloqueados, y el aire le faltó. Cuanto más rápido y fuerte entraba Yagami, más perdía la conciencia. Y fue así, como un fuerte gemido salió de lo más profundo de su pecho. Experimentó una explosión interna que humedeció la piel de sus piernas justo cuando Yagami se hincho para estallar antes de siquiera salir por completo.

Todo estaba caliente, su sudor, el cuerpo de Yagami, y los fluidos que vergonzosamente eran expulsados sobre ella. El pelirrojo se sostuvo débilmente sobre sus palmas, apenas podía controlar su respiración. Se abría concentrado totalmente en recuperarse, pero no pudo apartar la mirada de la escena inmoral: Llenó a esa chica de su abundante semen mientras su aún erecto miembro palpitaba irracionalmente. La mezcla de secreciones le sorprendió porque resultó ser que, en verdad esa mujer, era una eminente primeriza cegada por una lujuria incierta en la que se volvió el indiscutible culpable.

Yagami tocó su frente con su mano y tras unos segundos, río para sí mismo; no sabía qué demonios estaba haciendo, si perdió la razón, solo quedaba pensar que fue manipulado vergonzosamente por el instinto, pero en comparación a él, el enemigo iba un paso por delante, estando dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias por cumplir sus propósitos.   

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