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Las habitaciones de Sunem eran bastante espaciosas. Mature creyó que Aya hizo un gran trabajo el lograr que esa chica aceptara quedarse ahí, considerando que escuchó de Hermione, su interés por dormir en las planas instalaciones de NR, incluso a pesar de las remodelaciones.

—¿Está bien dejarlos solos Mature?

La pelirroja de abominable mirada no tenía sus mismos intereses, de hecho, podría jurar que estaba ansiosa por hacer esa pregunta desde mucho antes, pero tuvo que contenerse.

—¿Estas preocupada por Sunem? ¿le has empezado a tomar cariño?

—¡Cierra la boca!

Mature conocía perfectamente las inquietudes de alguien como Vice. No le hizo gracia trabajar para los Bernstein otra vez y se quejaba constantemente.

—Esos dos se comportan de forma rara, y si tengo que ser más clara, si no fueran hermanos...

Sus palabras agresivas intentaron reconocer que ellos no compartían lazos sanguíneos y que la naturaleza de Sunem era desconocida o mejor dicho, improbable, pero se tomaban el juego de los hermanos como si fuera real y eso le confundía completamente.

—No tengo poder para evitarlo, no deberías meterte en sus asuntos personales, solo haz tu trabajo, Vice.

—No juegues conmigo. Tú también lo has sentido, la presencia de Rugal parece emanar de alguna parte cuando te acercas a esa chica.

—Estás pensando demasiado.

—¿Por qué tengo que ser yo quien este aquí?

—¿Entonces prefieres hacerte cargo de la princesita?

El rostro lleno de gracia de la princesa Bernstein se dibujó en los pensamientos de Vice, incluso creyó escuchar su cantarina voz infantil y trató de regresar esa última queja a la oscuridad de donde no debió salir en primer lugar.

—El tiempo se acaba, solo llévate a ese hombre lejos de aquí. No voy a soportar otra escena cariñosa tan repugnante.

Mature sonrió antes de tomar su petición como orden.

[···]

Los largos cabellos negros de Sunem caían sobre su espalda semidesnuda, mientras esperaba sentada en la cama del dormitorio. Su corazón agitado continuaba latiendo aceleradamente, mientras los ojos carmín del príncipe alemán se perdían en la piel de su brazo derecho. Estaba decidido a revisar por sí mismo el estado de la herida, y ahora, pesaba sobre sus hombros, la idea de que las cicatrices seguramente serían imborrables. 

Miraba con compasión mientras deslizaba sus dedos sobre la piel que se había enfriado, provocando una gran inestabilidad en la chica y, llevándola a experimentar nuevas sensaciones que su mente era incapaz de explicar.

—Entra a la cama.

El chico sonrió, consciente de la situación complicada en la que ella se encontraba.

Adelheid era ahora el líder de la familia Bernstein, por supuesto que muchas cosas dependían de él, sobre todo la felicidad de la princesa. Sunem simplemente no quería involucrarlo en su destino contra los guardianes de los tesoros sagrados. Ella decidió mantenerlo lejos de las cosas peligrosas. Todo el tiempo, desde que dejó la mansión Bernstein, se esforzaba por el día en que pudiera regresar, quería confiar en que lo lograría, tendría que sobrevivir en la búsqueda de su propio destino, sin aferrarse a él y convertirse en una carga.

—Apresúrate y vuelve a mi lado.

Adelheid tocó la cabeza de Sunem delicadamente, esperando que ella pudiera comprender su postura.

Ella sonrió porque ese momento lucía tal cual un sueño, uno con el que fantaseaba todas las noches, en el que todo había terminado según sus deseos y podía simplemente cerrar los ojos ante la luz de ese hombre. Si pudiera mantener ese instante por una eternidad, lo retendría con todas sus fuerzas, pero la visita terminaría durando lo mismo que un profundo y hermoso sueño.

Adelheid deslizó su mano por el rostro de Sunem para acariciar sus mejillas. No sería capaz de permanecer por mucho más tiempo lamentándose por ser incapaz de protegerla y por tan desalentador que fuera, tan solo podía dejar que las cosas fluyeran lo más rápido que fuera posible.

Hasta el momento en que Mature apareció en la entrada del dormitorio para importunarlo, el aceptó continuar como se había planeado. Ella deseaba no tener que preocuparse por las acciones irresponsables de ese niño rubio, porque sería imposible ir en su contra. No por su posición, ni por el trabajo de servirlo momentáneamente; tan solo porque era hijo de ese hombre: Rugal Bernstein.

—Volvamos.

Adelheid se levantó después de mirar una vez más el rostro de Sunem. En el fondo, sabía que esto era todo lo que podía ofrecer, pero definitivamente quería ayudarla, aún si era con tan poco.

—El comportamiento de Sunem es diferente en cuanto te has aparecido. Adelheid ¿te has puesto a pensar que tú eres una de sus debilidades?

—Ha sido por eso que Rose no quiere que interfiera. Si estoy cerca, se vuelve irremediablemente débil.

—Ha bajado la guardia por completo.

—Aunque solo soy un humano incapaz de comprender a un dios como Susano, quiero mirar, no importa cuán doloroso sea verla ir tras su destino ella sola.

Los misterios que envolvían las acciones de los Bernstein, no eran claros, tampoco lo que respectaba a su relación tan apegada. De nuevo Mature recordaba irónicamente los días al lado de Rugal. Podría ella servir a una fuerza mucho mayor, pero parecía ser que Rugal, siempre estaba un paso por delante de ella. 

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