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Los cielos despejados permanecieron en calma sin ninguna irregularidad aparente en las calles, o los alrededores. Los ojos de la siempre silenciosa Leona se desviaron de su atención inicial cuando en medio de una misión, el inusual sonido de unos pasos, la forzó a entrar en un estado de alerta. Whip y Kula habían salido por un momento; sin embargo, sus sentidos siempre agudos, la llevaron a creer que no era ninguna de sus compañeras quien estaba a punto de entrar en la habitación.

Leona era paciente, alguien que siempre espera por las ordenes de su comandante, por eso cuando se encontraba frente a situaciones tan complicadas de comprender, le resultaba difícil tomar decisiones rápidas. Y ese fue justamente el caso, viéndose a sí misma, frente a la figura inesperada de un hombre pelirrojo de presencia sombría, incluso más remarcada que la de ella misma.

Enseguida bajó su brazo y, aunque borraba todo rastro de sus intenciones combativas, su cuerpo entero, continuó a la defensiva.

—¿Yagami... Iori?

El frio pelirrojo se abrió paso descaradamente guardándose para sí mismo, cualquiera que fuera su intención. Tenía una imagen desafiante, pero, entonces, el radio que colgaba de la cintura de la joven chica, emitió un sonido repetitivo que lo detuvo repentinamente.

Leona no estaba segura de lo que debería hacer. Entonces, Yagami estiró su mano derecha tan inexplicablemente comprensivo, como si de él dependiera que ella pudiera responder. Los ojos de Leona lucieron mucho más fríos de lo habitual, pero a pesar de su evidente estado de alerta, abrió la comunicación.

—Hay nuevas noticias, debes regresar.

La voz de Máxima no sonaba muy clara a través del radio de comunicación.

—El objetivo se ha ido a Osaka.

El trabajo del equipo de investigación en aquella zona terminó de esa manera. Leona volvió a mirar hacia las ventanas, desde donde el hotel en el que se había hospedado aquella mujer, se veía perfectamente. En esos días, ella simplemente no podía comprender porque ahora que conocían las intenciones de su enemigo, la batalla no había comenzado ya. De cualquier modo, ahora no tenía tiempo de suponer cosas y tras dar una afirmativa a las nuevas órdenes, cortó la comunicación. Entonces acomodó el radio en su bolsillo izquierdo y caminó instintivamente pasando del pelirrojo; sin embargo, sus intenciones de priorizar las palabras de Máxima, fueron frustradas cuando Yagami tomó su brazo para retenerla por la fuerza.

Leona dudó en contrarrestarlo, pero el pelirrojo no era un personaje secundario, y sus distantes miradas lo explicaban claramente. Pensándolo a profundidad, no era extraño encontrarlo ahí, él, tenía más de una razón para aparecer.

La puerta del lugar se abrió irrumpiendo el incomodo silencio que se creó por un instante entre los dos. La escandalosa llegada de sus compañeras, los afectó de la misma manera.

Kula entró sin prestar atención al ambiente penumbroso entre un hombre como Yagami y una chica como Leona.

—¡Kula, no abras sin preguntar!

Antes de que Whip la alcanzara, el silencio repentino se quebró. Leona se liberó del pelirrojo, y los ojos de una castaña irritada, devoraron la figura del intruso que se atrevió a mirarla con desprecio.

—¿Qué hace Yagami aquí?

Leona suspiró, pero inmediatamente tomó la decisión de ignorar todo lo que tuviera que ver con ese hombre.

—Hace menos de 1 hora el objetivo Sunem abandonó la ciudad. No parece una forma de querer escapar.

Yagami levantó la mirada cuando Leona se dirigió a Whip, sin el menor cuidado de su presencia. No tenía tiempo de explicar cosas que ella misma no entendía, tan solo podía continuar con su trabajo.

—Lo sabemos. Ella misma se lo ha informado al comandante Heidern. También dijo que Kusanagi Kyo ha ido con ella, eso significa que no tenemos más trabajo que hacer y ahora podemos tomar unos días libres.

Kula sonrió a Leona mientras esperaba tras Whip, muy cerca de la entrada.

—¿Kusanagi?

Leona desvió su atención hacia Whip, completamente sorprendida.

—No sabemos mucho sobre eso. Aunque hemos vigilado todo este tiempo, ni siquiera fuimos capaces de notar el momento en que abandonó este lugar. Es como si estuviera jugando con nosotros.

—¿Por qué están investigando a esa mujer?

Yagami intervino entonces con su fría y exigente voz. En primer lugar, él era un intruso y aún si estaba muy relacionado con todo aquello. Whip se sentía desconfiada, tal vez desearía mantener la calma, pero eso estaba fuera de su control.

—¿Por qué, dices? No eres capaz de atender los asuntos importantes. ¿Por qué debería yo decírtelo? Más bien creo que deberías ir y rogarle a Chizuru para que te lo cuente.

—No estoy jugando.

Yagami caminó hacia la mujer castaña sin despegar esa mirada asesina de su atractiva figura.

—Sunem de NR, es la organizadora del nuevo torneo de KOF, al parecer está buscando algo, algo, que tiene que ver con Orochi. Para ser más específica: Los tesoros sagrados.

Leona habló directamente, con la clara intención de evitar algún enfrentamiento.

—Debes suponer la importancia de movernos sin interrupciones, ahora que Kusanagi está involucrado también.

Algo comenzó a molestarlo. En sus recuerdos, aun parecía existir la casualidad y se esforzó por sentir que no le importaba.

—¿Dónde está? Esa mujer.

—¡¿Hah?!

Whip no podía tomarse con calma a un hombre que hace lo que se le da la gana.

Yagami tomó un papel para escribir su número telefónico, y luego simplemente lo puso en las manos de Leona.

—Iré a Osaka, cuando haya llegado te llamaré.

—Solo si el comandante Heidern está de acuerdo.

—¡Hm!

Yagami sonrió breve y descaradamente, entonces, con esa pretenciosa forma de caminar, se dio la vuelta para abandonar ese lugar.  

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