Maya observó el exterior, tocando con su muñeca el marco de madera en el que se encontraba apoyada para luego dar un sorbo al café que sostenía con su otra mano, pudiendo notar las cicatrices que sobresalían al rededor de aquel brazo. Los recuerdos, las agujas, la mierda de vida que había tenido: todo estaba grabado ahí, en aquellas marcas que hace años habían sangrado tanto que le habían sacado sus peores llantos.
Ya habían pasado años desde ese día. El día en el que habían escapado de aquel horrible lugar, ella y sus hermanas. Se había criado ahí, rodeada de soldados y doctores, los primeros años sola, hasta que poco a poco fueron llegando nuevas reclutas, todas eran pobres chicas que habían tenido la desgracia de caer ante los encantos de los hermanos Ruskov.
Maya recordaba esos días como una verdadera tortura, un lugar oscuro y perverso, las mujeres del internado Vicent's habían vivido cosas que ninguna persona común y corriente podría soportar. Ellas eran especiales, porque aquellos sueros a los que tanto las sometieron fueron sólo el inicio, la base de todo.
La chica bebió otro sorbo de su café
Pensó en ese día, el día que cambió todo, y la noche anterior a él. Las habían dormido a un horario más temprano del normal, con ayuda de una dosis de aquellas pastillas que May tanto odiaba, aunque no hicieron preguntas: a decir verdad, no estaban en condiciones de preguntar nada. Pronto: la mañana las despertó, generando en todas ellas un sentimiento completamente nuevo y extraño. Todas ellas sentían que tenían algo nuevo, May, en cambio, que algo le faltaba.
Minutos después: recibió la noticia. Ese fué el peor día de su vida.
Maya dejó su taza de café sobre la pequeña mesa a sus espaldas y visualizó su brazalete. Aquel hilo rojo trenzado de una manera ciertamente tierna que compartía con Odile, la persona que, aquella noche, le regaló su hombro para que pueda llorar la muerte de la persona que más amaba. Maya nunca pensó conectar tan bien con alguien hasta que aquella castaña cruzó la puerta del internado. En sus años en aquel lugar, Odile había sido lo más parecido a una mejor amiga que alguna vez tendría en toda su vida, había sido una compañera, una hermana, daría lo que fuera por volverla a ver una vez más, o siquiera tener la certeza de que seguía con vida... La extrañaba demasiado.
El cuerpo inerte de aquella chica risueña y sarcástica que se había ganado el corazón de la castaña estaba en una camilla a metros de ella, y el simple hecho de haberla perdido a causa de los sueros a los que fué sometida fué suficiente para romper su corazón en miles de pedazos, y entonces, la pequeña y aún inocente Maya lloró la muerte de Eris, su primer gran amor.
Todas habían despertado aquella mañana con algo más dentro de ellas, un poder, una habilidad, una maldición. Maya, de alguna manera, tuvo curiosidad del por qué ella no portaba alguna de estas habilidades. Más tarde: en un intento de hacer que May le dirija la mirada luego de la repentina muerte de su ex novia, Marcus Ruskov fué quien respondió aquella duda, afirmando que la razón era que la necesitaba para algo más que eso.
En aquel momento: el corazón roto de la chica no la dejó comprender lo suficientemente aquella frase salida de la boca de su tutor. Años después; pudo encontrarle el sentido que tanto había anhelado. Ruskov no la quería como otro soldado del montón, así como sus hermanas, él la quería para que pueda ser la próxima en heredar aquellos perversos planes que formaban el Vicent's Central. Quería que dirija aquel horrendo lugar.
Maya recordó sus últimas semanas en el internado, la manera en la que todas se unieron para escapar de aquella tortura y el sentimiento de vacío que inundaba su ser al no tener la certeza de que alguna de sus compañeras haya salido de ahí con vida. Recordó salir de ahí junto con Odile y tener esa última reunión con sus hermanas, en la que todas acordaron separarse para que así sea más difícil atraparlas a todas.
No sabía si habían sobrevivido. Tampoco sabía si alguna vez las volvería a ver o si pasaría el resto de su vida escondida, tal como había pasado los últimos cuatro años de su vida. No sabía nada.
Durante su tiempo fuera del Vicent's Central: Maya Rinaldi supo cómo adaptarse a una vida solitaria gracias a los consejos que le habían dado sus hermanas anteriormente. Y fué sólo cuestión de suerte cuando se encontró con una cabaña en el medio del bosque, con los cuidados necesarios para convertir el lugar en una vivienda. Porque ¡Wow!, se podría etiquetar fácilmente como el lugar en donde algún hombre rico iría a escapar del mundo junto a su familia luego de algún fraude electoral o algo así.
Al entrar, Maya se dedicó a investigar a quién podía pertenecer aquella casa. No había fotos, pero con las cosas básicas como la cama de dos plazas, la ropa de hombre y de mujer repartida en el armario y la cuna de bebé en una de las habitaciones, pudo deducir que se trataba de una familia joven, la cual tuvo que abandonar la mudanza rápidamente, ya que no se encontraba ningún documento. Siquiera actas de nacimiento o informes de gastos, nada, sólo ropa.
Luego de instalarse en aquella misteriosa cabaña: pudo investigar más detalladamente aquel lugar, encontrándose con provisiones para al menos unos cinco años. Efectivamente, esa familia estaba metida en algo raro.
Y así vivió, escondida de quienes le habían quitado sus mejores años y la posibilidad de integrarse con las demás personas. Sola, sin ninguna compañía más que los recuerdos y el miedo que traía consigo decenas de lágrimas repletas de pánico. Pánico por volver a aquel lugar y que todo lo que vivió haya sido en vano. Maya pudo vivir con algún tipo de tranquilidad, o al menos así le hubiera gustado llamarla, por un tiempo, pero lo que no sabía es que lo peor estaba por venir, porque Marcus ya la había encontrado.
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WALLS - natasha romanoff
FanfictionWALLS ──── ❝Te miré a los ojos y ví que estaba perdida, para cada pregunta, tú eras mi porque❞ En donde Maya teme ser amada porque la última persona que lo hizo sufrió un terrible destino. ...