eighteen.

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Maya Rinaldi era la clara definición del caos

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Maya Rinaldi era la clara definición del caos. Ella era el caos. Sabía que lo que estaba haciendo no era correcto, y que tarde o temprano aquel cometido le traería problemas, demasiados problemas. Pero fué sólo aquel momento, en cuanto decidió tirar al basurero todos los pretextos, que pudo disfrutar verdaderamente el cariño de Natasha.

Pero las horas habían pasado, y los efectos del alcohol también. No había más excusas, estaba sólo el nosotras y el ahora, y debía apegarse a las consecuencias.

Maya despertó una sola vez en esa noche, debido a un dolor insoportable en su cabeza, encontrándose unida en un abrazo con la peliroja, lo que pareció no molestarle a ella, ya que aún dormía plácidamente, pero May intentó zafarse al caer en cuenta, cosa que despertó a la mujer junto a ella.

-¿Qué haces?- Preguntó la mayor, aún con la voz cansada.

-Me voy.- Contestó. -No debo estar aquí.- Dijo al intentar levantarse, pero cayó otra vez en la cama al momento en el que Nat tomó su mano.

-¿Y volver a tu cuarto? Vamos, Mel. Ambas sabemos que no estás en condiciones de dormir sola.

-No eres quien para decirme qué hacer.- Respondió, pero fué interrumpida una vez más.

-Tampoco estoy en condiciones.- Le dijo Natasha, al mismo tiempo que volvió a dormir sin esperar una respuesta por parte de la menor. Maya volvió a la cama, esta vez intentando no tener ninguna clase de contacto con la chica.

Horas después, mientras Maya aún dormía: que una voz conocida retumbó sus oídos, despertándola. La menor miró su reloj.

-¿Enserio me despertaste de mañana? ¡¿Estás loca?!- Preguntó aún con la voz cansada y llena de resaca. Quería evitar sus problemas por lo menos por unas horas más, aún no era el momento. Pero Odile ignoró su pedido y la obligó a quitar su trasero de la cama en la que Nat aún dormía, llevándola hacia la habitación llena de muebles derramados por el piso vidrios rotos por todo el lugar, la cual hace tan sólo unas horas había sido un penthouse lleno de lujos.

Al entrar: ambas mujeres se encontraron con Cassie disfrutando un desayuno solitario y tranquilo, por lo que luego de saludarla, Maya se sentó junto a ella, en el mismo lugar en el que la noche anterior había estado el martillo de Thor y ahora se encontraba un plato con tostadas recién hechas.

Cass, al notar la mueca de enojo de la ahora rubia: habló. -¿Por qué Maya está enojada?- Preguntó, al mismo tiempo que señalaba a la nombrada. -Y ¿Por qué estás aquí, Odile? Algo que quieras compartir conmigo, ¿quizás tu cita secreta de la no me quisiste hablar?

Odile mordió su labio inferior, intentando buscar una respuesta. -Puede que lo esté o puede que me haya quedado para verlas a ustedes. Supongo que nunca lo sabremos.- Dijo finalmente.

Al escucharla: Maya también decidió hablar. -Yo no madrugo, Cass. Pregúntale a Odile, que fué ella la que me obligó a levantarme a esta hora en contra de mi voluntad.- Habló, fingiendo enojo, lo que causó que las chicas junto a ella sonrían.

WALLS - natasha romanoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora