Maya sabía que sus sentimientos se convertían en poesía cuando veía a Natasha, pero sus palabras no eran más que espejos rotos comparados con el reflejo de todo aquello que le quería decir. Sabía que eran más que amigas, y que algo más sucedía entre ellas que simplemente no podía explicar con palabras. Lo sabía, pero no debía admitirlo, no podía.
Recordó aquel día hace casi un año, cuando besó por primera vez sus labios. En ese entonces no supo identificar bien aquellas millones de sensaciones que le recorrieron todo el cuerpo, pero supo que en ese momento se prendió en ellas una chispa que rápidamente se convertiría en un incendio casi imposible de apagar. Hoy: ese incendio estaba quemando todo aquello que conocía, y lo estaba cambiando todo. Natasha cambió todo.
Pero estar en ese momento, viendo sus ojos, la forma de su nariz, sus labios rosas, tan sólo hacían que a May le den ganas de tirar sus miedos por la ventana y dejar que su corazón hable por sí sólo, sin palabras, tan sólo expresar todas aquellas emociones desconocidas que la chica le causaba.
Luego de volver de su primera misión: la chica se ocupó de hacerles compañía a Clint y a Natasha. El primero se recuperó rápidamente luego de su herida, ya que fué gracias a la tecnología de Stark que no le quedó siquiera una cicatriz de aquella pelea.
Mientras tanto: Steve, Hill y Cass se habían ocupado de investigar bien la identidad de los alterados. Sus nombres eran Wanda y Pietro Maximoff, él es rápido y ella muy rara, según lo que había dicho María.
Maya había aprendido tres cosas en los últimos tres días. La primera: los vengadores buscaban cualquier excusa para hacer una fiesta. La segunda: Steve era un tipo muy educado. Mucho. DEMASIADO. Y la tercera: para conseguir unas buenas tostadas debías levantarte muy temprano, o de lo contrario, Thor se encargaría de hacerlas desaparecer.
Había dormido en una de las habitaciones de invitados, y, a decir verdad, no hacía nada más que dejarle dolor de espalda un humor espantoso durante todo el día. Para ser honestos, dormir sobre aquel colchón era como recostarse sobre decenas de ladrillos, y sacarle sus cómodas horas de sueño a Maya Rinaldi era como cometer suicidio.
Pero ya habían pasado 72 horas desde aquel primer día en la torre de los Vengadores, y May se encontraba sentada en el sofá de la sala, aburrida, lucía un minivestido negro que seguía los patrones de un blazer repleto de lentejuelas, unas medias con estampado de lunares semitransparentes y unos zapatos de tacón. Fué en ese momento cuando visualizó a Bonnie Riggs saliendo del ascensor, siendo recibida por un cálido abrazo de Sam Wilson, el cual, luego de unos minutos de charla entre la pareja, fué interrumpido por Maya, quien también le dió la bienvenida.
La siguiente persona con la que Maya se reencontró fué Francesca Greco, otra de las chicas del internado, quien mantenía una conversación con Banner y Romanoff en la barra de bebidas, en la cual May se unió, tomando algunos tragos de vodka y hablando de lo mal que los había tratado la vida a todos en el lugar. Aunque se limitaban a reírse en conjunto de sus desgracias, después de todo, estaban allí para divertirse, ya no importaba qué los había llevado a aquel lugar.
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WALLS - natasha romanoff
FanfictionWALLS ──── ❝Te miré a los ojos y ví que estaba perdida, para cada pregunta, tú eras mi porque❞ En donde Maya teme ser amada porque la última persona que lo hizo sufrió un terrible destino. ...