thirty seven.

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Despertarse todos los días entre cuatro rincones llenos de sábanas era algo que Maya odiaba con su vida entera, pero tenía bien en claro que era, o sobrevivir en aquellas condiciones, o gozar de un apartamento con cama por unas pocas horas hasta q...

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Despertarse todos los días entre cuatro rincones llenos de sábanas era algo que Maya odiaba con su vida entera, pero tenía bien en claro que era, o sobrevivir en aquellas condiciones, o gozar de un apartamento con cama por unas pocas horas hasta que las autoridades descubran su ubicación y las arresten a ella y a Nat lo más antes posible.

En realidad agradecía al cielo que Natasha haya podido conseguir aquel Motor Home gracias a algunos contactos con tan poco tiempo a su disposición. De lo contrario: seguramente habría tenido que improvisar, cosa que a May se le daba muy mal teniendo en cuenta todo lo que había pasado hacía ya seis años, el día del escape del Vicent's Central.

La verdad era que, aunque intente ocultarlo, las condiciones de vida de una fugitiva federal no eran lo que le molestaba. Simplemente estaba harta de huír. Ya sea de su padre, Stark o de las fuerzas armadas, sólo necesitaba un descanso.

Aunque, para ser honestos, Maya no pensaba demasiado en eso, ya que se encontraba durmiendo entre las sábanas del vehículo al momento en el que Natasha entró repentinamente, hechando una mirada baja a la chica frente a ella.

Lentamente: se acercó para empujar su hombro en un intento de despertarla, al mismo tiempo que sus labios formaban un sonoro "Mel.." que intentaban llamar su atención.

Luego de unos segundos insistiendo: Nat finalmente perdió la paciencia. Tomó el tobillo de la chica con una de sus manos, empujándola para hacerle sentir que estaba cayendo, siempre funcionaba. La menor abrió repentinamente los ojos en un susto, lo que causó que, al visualizar a la peliroja, la salude con una breve patada en una forma de regaño.

-Te dije que no vuelvas a hacer eso...- Habló por primera vez Maya con voz aspera. La mayor sonrió levemente.

-Era eso o dejar que duermas hasta mañana...

Habían pasado algunos días desde lo sucedido en Berlín. Nat ya sabía todos los detalles del encuentro con Marcus, y estaba de más recalcar que no fué para nada de su agrado que su novia vea una vez más la cara del rubio. También sabía que Maya planeaba matarlo, eso no era secreto. Sólo bastaba con idear un plan.

-¿Cómo amaneciste?- La peliroja volvió a hablar. May estiró su cuerpo antes de responder, bostezando en el acto.

-Apenas viva...- dijo -¿Tú?

La mayor soltó una pequeña risita. -Fuí a la tienda. Al parecer no tenían malvaviscos, pero sí un tinte rubio que podría o no ser la clave para dejar de ser la persona más buscada del globo.

-¿De verdad?- Maya sonrió -Siempre soñé con acostarme con una rubia...

-¡Hey! ¿no que apenas habías amanecido con vida?- Nat la regañó falsamente, la más chica se limitó a reír. -Te dejé por doce horas, más o menos. ¿Lo conseguiste?- le preguntó, cambiando bruscamente el tema de conversación.

WALLS - natasha romanoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora