fourteen.

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-¿Estás segura de esto, bonita?- Preguntó Maya al sentir las manos de la peliroja en sus brazos

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-¿Estás segura de esto, bonita?- Preguntó Maya al sentir las manos de la peliroja en sus brazos. -Digo, no es que sea tan necesario, tranquilamente podría quedarme en algún apartamento, al margen de todo este caos.

-¡Mel!- La calló Natasha. -Ya tuviste tu momento para decidir hace un año, ahora deberás apegarte a las consecuencias.- Terminó de regañarla, quedando en la puerta principal de la torre de los Vengadores.

-Wow...- Fué lo único que Maya pudo decir al ver tal edificio. -¿Estás segura de que todo saldrá bien?- Preguntó, volviendo a ver a la de cabello rubí.

-Más que segura, ahora entremos, estoy ansiosa.- Respondió, entrando al lugar de una vez por todas.

Habían pasado varios meses desde que Natasha liberó todos los archivos de SHIELD al ojo público, y el nombre de Maya Rinaldi no tardó en hacerse oír por las calles de los Estados Unidos de América. A todo lugar que iba: siempre había alguien que la reconozca, y eso la aterraba.

La fama no era algo que Maya esperaba o necesitaba en su vida, y menos si estaba intentando incorporarse en la sociedad de una vez por todas, luego de vivir 21 años en completo aislamiento. Con el tiempo y gracias a la ayuda de Natasha: pudo conseguir una nueva identidad, y para ella, un nuevo comienzo.

Para su suerte, había conseguido aquello que tanto anheló por toda su vida: una vida normal. Se mudó a un apartamento y hasta consiguió un empleo como niñera en casa de una familia de tres personas, cuidando a un pequeño niño algunas horas cada semana a cambio de un sueldo aceptable, todo bajo el nombre de Giulliana Briar.

Luego de algunos meses de descanso y después de teñirse algunas mechas de su cabello de rubio, Maya había pasado su cumpleaños sola en su apartamento, sin mucho que hacer además de acostarse en su sofá a leer uno de los tantos libros que Sam la obligó a comprar, pero un sonido de timbre anunció que cierta chica de cabello rubí había llegado a su casa con un pastel en manos, el cual estaba adornado con una vela de la forma de Mickey Mouse. Maya juraba que ese fué el mejor cumpleaños de su vida.

Mientras tanto: se ocupó de mantener contacto con todas aquellas personas que la habían ayudado un año atrás.

Hablaba con Odile y Bonnie algunas contadas veces a la semana por medio de mensajes de texto, y tampoco dejó que se cortara el contactó con Steve y Sam. Después de todo: aún tenían una misión pendiente. Natasha... Bueno... No habría una palabra para definir su relación, ya que no era más que coqueteos constantes y miradas entorpecidas entre ambas.

May agradeció que su relación no haya ido más lejos.

En año nuevo: pasó la noche junto al resto de su equipo, el cual estaba conformado por Steve, Sam y Natasha, ya que Bonnie aún seguía de viaje junto a Fury. Todos riéron, recordando las circunstancias extremadamente extrañas en las que se conocieron, y fué el mejor inicio de año que May podría haber deseado.

WALLS - natasha romanoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora