forty five.

178 12 90
                                    

Que lo primero que venga a tu mente al despertar luego de diecisiete horas inconsciente por pérdida de sangre sea la imagen de tus amigos haciéndose polvo era una experiencia traumática

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Que lo primero que venga a tu mente al despertar luego de diecisiete horas inconsciente por pérdida de sangre sea la imagen de tus amigos haciéndose polvo era una experiencia traumática. Maya no recordaba gran parte de lo que había sucedido, su mente se negaba a aceptarlo, a aceptar la derrota. Habían perdido, eso era todo.

Thanos había ganado.

La primera persona que recordaba haber visto desaparecer era Bucky, aún mientras todos estaban en shock por la casi-muerte que habían experimentado. Steve se acercó al polvo que había quedado en el lugar de su amigo y apoyó su mano en él en busca de revertir de alguna manera el suceso. Pero nada pasó. Él estaba muerto.

Luego desaparecieron Wanda y Cya, esta última encontrándose arrodillada ante el cuerpo sin vida de Vision. Escuchó a Bonnie llamar con desesperación el nombre de Sam y vió cómo Odile y Steve corrían en busca de sus hijos. Luego: oscuridad.

Maya nunca había experimentado realmente lo que la muerte era, no hasta ese día cuando los poderes de su hermana tomaron control del equipo. Sabía que su cuerpo se había debilitado y flotar por los aires había causado una gran hemorragia en su pierna, la cual le había ocasionado una importante pérdida de sangre. La misma que le arrebató la consciencia minutos después.

Lo primero que May hizo al despertar fué inspeccionar desde su lugar la habitación en la que se encontraba. Era blanca, parecida a la de un hospital, con paredes lisas y tan sólo una camilla con máquinas y algunos asientos junto a ella que ocupaban el espacio.

Miró a su derecha y sintió cómo su alma se estremeció al observar la imagen de su novia durmiendo en una posición que muy probablemente le causaría dolor de cuello más adelante. Notó los ojos hinchados y el no tan usual color rosa en sus pómulos y nariz que sólo podía indicar que estuvo llorando.

Nunca la había visto llorar a ella.

-Veo que despertaste.

Maya no se había percatado de que Natasha ya estaba consciente hasta que escuchó su voz más rasposa de lo normal. Se inclinó hacia ella tanto como el dolor en su pierna vendada se lo permitió y la miró fijamente.

-Estuviste llorando- le dijo sin más.

-Perdimos a muchos- la ahora rubia le contestó.

-¿A cuántos?

Nat bajó la mirada. La chica pudo deducir ante aquel gesto que lo peor había sucedido. El silencio le permitió apreciar por medio de la ventana a su lado -que podía observar de reojo- que ya había pasado un día y de echo ya estaba amaneciendo. Sin embargo: no se escuchaba ningún pájaro.

-¿Mis hermanas están bien?- preguntó, volviendo a centrar su atención. Los ojos de Natasha volvieron a humedecerse y May sintió como su mundo antero se cayó a pedazos en tan sólo un momento.

Maya había estado sola toda su vida, se había criado entre el temor y los planes se los hermanos Ruskov, quienes para el grupo de chicas eran el mismísimo diablo. Pero sin embargo: siempre tuvo a sus hermanas a su lado. Porque cuando nadie estaba cerca, ellas fueron quienes le mostraron lo que era sentirse perteneciente a algo, sentirse normal. En casa.

WALLS - natasha romanoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora