forty six.

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-Lo siento, Ali, de verdad lo hago

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-Lo siento, Ali, de verdad lo hago. Estarás bien, lo prometo. Haré que funcione, haré que... agh...

Maya apartó su mirada del espejo del baño y comenzó a enjuagarse el dentrífico de los dientes. Se veía patética. Sus ojeras se habían vuelto enormes y sólo podía pensar en lo estúpida que se veía hablándole a la pared mientras que todos afuera caían en la gran depresión.

Si, el inicio fué duro.

Habían pasado tres semanas desde el chasquido y la tristeza reinaba en la torre de los vengadores desde entonces. May se ocupó de traer a Alain a vivir allí lo más pronto posible luego de contactarse con él y para su suerte consiguieron una habitación justo al lado de la que compartía con Natasha, pero ambas no contaban con que el pequeño enfermara a tan sólo días de pisar las instalaciones.

Bruce insistió que tan sólo fué el shock por sus padres y etcétera, pero en el fondo todos sabían que con héroes deprimidos y un niño enfermo no tenían esperanzas de continuar la investigación del paradero de Thanos, no hasta nuevo aviso. La investigación se puso en pausa mientras que Alain volaba de fiebre y sólo podía conseguir remedios comunes. Stark no estaba y en consecuencia: su alta tecnología tampoco.

Maya decidió dar una última mirada hacia el espejo y un suspiro frío se escapó de sus labios. Cerró la puerta tras ella al salir ayudándose de la muleta que usaba para estabilizar su pierna al caminar.

Esta vez decidió pasarse por una taza de chocolate caliente para compartir con Nat, quien se había quedado en la habitación del niño para cuidarlo hasta que vuelva a dormir. Había dejado de tomar café el día después del chasquido, cuando se le informó que ya no era posible de avanzar con la investigación sin nuevas coordenadas. Cuando la esperanza se tomó vacaciones.

El silencio reinó por unos tres minutos mientras que el chocolate terminaba de calentarse cuando oyó pasos detrás de ella, pasos que reconocería en cualquier parte. Al notar que estuvo a punto de volver a su habitación: decidió hablar.

-Odile, espera. Puedes quedarte si quieres- le dijo. Su hermana se quedó un par de segundos inmóvil en su lugar y procedió a acercarse a la cafetera sin conectar miradas. No era estúpida, sabía que ella no quería estar allí, pero después de todo si necesitaba hablar con alguien en aquél momento era con Odi, su mejor amiga.

Estaba feliz de verla allí, feliz de que haya decidido salir a hacerse un café y feliz de ser la primer persona en verla. Se sintió capaz hasta de abrazarla, pero su límite mental la obligó a no presionarla.

-Quise hablarte antes, pero los demás me dijieron que te diera tu espacio- volvió a hablar, rogando que la mayor diga algo. Su voz, necesitaba oír su voz.

-No tenemos que hacer esto, May- ella respondió con voz áspera aún dándole la espalda. A la chica de cabello rojizo se le erizó la piel al escucharla, con una mezcla de alivio al tenerla en frente suyo y preocupación por aquél tono, uno afónico, quemado. Steve le había contado que últimamente Odile sólo tomaba vodka -. No hay nada para hablar.

WALLS - natasha romanoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora