Del odio al amor solo hay un paso (Harry y tu)

Capítulo 52.

Hacía como media hora que habíamos llegado. El camino fue eterno, ¿saben lo qué es escuchar a nuestros padres intentar ser modernos? Cantaban canciones que no se sabían, que eran de antaño. Era un insulto para nosotros.

Habíamos atravesado medio bosque para llegar al mismo lugar de todos los años. Árboles, ramas, hierbajos e insectos. No había otra cosa por aquí. Mantuvimos una pequeña discusión sobre cómo íbamos a dormir. No aceptaba los ronquidos de mi padre conmigo, y ellos no aceptaban a Harry conmigo. Nunca había habido ningún problema con eso hasta ahora. ¿Qué pensaban que íbamos a hacer? ¡Por Dios!

- Decirme tonta, imbécil y todo lo que queráis, pero yo esto no sé montarlo -comenté desquiciada, con los palos metálicos en la mano.

¿Cómo se montaba una tienda de campaña? No lo sabía y a este paso, nunca lo iba a saber.

- ¿Enserio? No me lo creo -dijo Harry con cierto tono de sarcasmo. Le miré entre cerrando los ojos y rió.

- Ahora la montas solo -tiré las barras al suelo y me retiré a un lado.

Había sido la excusa perfecta para librarme. Enserio, no sabía como montar esa cosa.

- ¿Alguna vez no lo he hecho? -preguntó.

Error. La pregunta era si algún día no la iba ha montar solo. Y yo, se la respuesta de antemano.

- Si me lo explicaseis alguna vez, no pasaría esto.

- Si no te enfadases cada vez, sabrías montarla.

No tardaba en clavarla por la espalada.

- Pues enseñame, listo.

Me acerqué, esquivando todas las piezas. Sentía que mi cerebro estaba en blanco, no quería saber de mis caras cada vez que me mandaba algo. Mis padres la habían montado hace tres cuartos de hora, y nosotros ahí seguíamos. Si digo que yo lo relantizaba todo, no miento.

- Cuidado Styles, aquí llevo yo el martillo -le amencé antes de clavar el último agarre.

- ¡Acabamos! -gritó desesperado, alzando sus brazos al aire.

Le faltaba tirarse al suelo y hacer un muñeco de hojas. Exagerado, sí, pero con razón.

- Ha quedado perfecta -puntualicé.

- Dieciocho años habéis tardado -soltó mi padre.

GRACIAS.POR.TODO.TU.APOYO.LO.TENDRÉ.EN.CUENTA.PARA.EL.FUTURO.

- Diecisiete -corregí- yo he tardado un año menos que él.

- Toca pelotas -se fue indignado.

Harry se fue, Harry se ha ido, Harry me ha dejado solitaaaaaa. No me sé la canción, ahí lo podéis ver.

- ¿Ahora qué hacemos? -pregunté, levantandome del suelo.

- Vamos a pescar -contestó Des con la bolsa de cañas colgada del hombro.

La profecía de Anne se cumplía.

- Vamos bien -murmuré.

Nos hicieron andar --sí, aún más-- hasta un gran río del que nunca había tenido constancia. Sacaron todo de las bolsas y comenzaron a armar las cañas. Otra cosa que no sabía hacer, preparar las cañas para pescar. Sacaron un par de cervezas de la nevera y se sentaron en ella mientras se contaban sus batallitas de la revolución rusa. Sí, así de viejos son.

Y nosotros...ahí...mirando. Era interesante, claro que sí, --sarcaaaasmo-- aunque no sé que pretendían pescar. ¿Querían cenar de lo que sacasen? Iban bien. No sabía apenas sobre los ríos, solo que mucho no podías sacar.