Capítulo 27.

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Habíamos entrado en el centro. Estaba oscuro y solo se iluminaba por las luces de emergecia. No sé si hacía más frío aquí dentro o a fuera. No había prácticamente nadie, los pocos médicos que había estaban durmiendo, y lo sabíamos.

Nos atendía una señora bajita, con pelo corto y cubierto de canas. Una berruga con dos pelos le adornaba la mejilla y las arrugas le contrastaban en la cara. El contorno de sus ojos era morado, digno de dos puñetazos en los ojos. ¿Se había metido en una pelea? El caso era que daba miedo.

Volví a insultar a Liam por haberme traído y dejar que me envenene una bruja con estudios. Me tumbó en una camilla y me tomó la tensión. Después me pinchó el dedo para comprobar mi sangre y me llevó ha hacerme un electro. No sabía que era y el nombre no inspiraba mucha confianza.

Entramos en una habitación donde había muchas máquinas y una médica que parecía más fiable. Sobre la camilla había  unos cables esparcidos junto a unos parches. Me giré a ver a Liam y puse cara de espanto. ¡Me iban a electrocutar! ¡Querían que fuese como un pollo chamuscado!

- Me van a electrocutar -susurré y apreté su mano fuertemente.

- No va a pasar nada -acarició mi mano con su pulgar. Me tranquilizó, pero no lo suficiente.

Me acerqué a la camilla.

- Quítate la camiseta por favor -pidió e intenté no abrir los ojos exageradamente.

La risa de Liam retumbó por toda la sala. Una mezcla de odio y vergüenza se mezclaron en mi cara. ¡Me daban ganas de matarle! Le miré obligándole a que se girase y así hizo.

Me eché en la camilla -la cual estaba helada- y la mujer pegó los parches por toda la parte izquierda -normal, ahí está el corazón-. Empezó a enganchar todos los cables a los parches y me dijo que me quedase quieta.

Tras unos minutos observando una máquina, me quitó todo y pude volver a ponerme el top.

- Estas bien, solo un poco nerviosa -argumentó.

Liam y yo abandonamos la habitación para irnos. ¡¿Cómo no iba a estar nerviosa?! Estaba en una camilla con un montón de cables pegados al cuerpo, con un chico que si se da la vuelta me vería en sujetador. Enserio. ¡Cómo no iba a estar nerviosa!

- Ves, no pasó nada -dijo una vez fuera.

¿Cómo que no había pasado nada?

- Eso lo dices porque tú no eras el que estaba en esa camilla -salí en mi defensa.

- Eso será.

- Sí, eso es -insistí, reprimiendo sus ironía- ¿Volvemos ya?

- ¿Quieres volver a entrar ahí? -arqueó una ceja.

¿A dónde pensaba ir entonces?

- Lo digo porque has dejado a la chica colgada -señalé con mi dedo pulgar un punto muerto como si ahí mismo estuviese la casa. Agachó la cabeza.

- ¿Recuerdas que te dije que tenía que hablar contigo?

- Sí, pero antes prometeme una cosa -interrumpí y asintió para que prosiguiera.- Volvamos al principio -pedí.

- ¿Eh?

- Quiero decir... Volvamos a cuando no nos hablábamos, cuando pasábamos del otro.

- ¿Por qué? -preguntó molesto.

- Tú solo hazlo -supliqué.

- No lo voy a volver ha hacer Elizabeth -contestó cortante.

- ¿Por qué? Nunca te pedí nada.

Del odio al amor solo hay un paso (Harry y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora