Capítulo 48. Epílogo.

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- Tranquila cariño, no pasa nada -acarició mi pelo.

- Quiero verla Harry -dije entre sollozos.

No podía quedarme ahí quieta como una gilipollas mientras ella estaba en una mierda cama, con miles de tubos puestos y un cateto con un trozo de papel colgado en la pared que dice que está haciendo todo lo posible. El alma, el corazón, mi vida, se habían roto en mil pedazos. Trozos puntiagudos y cortantes que me arañaban completa y totalmente el pecho. ¿Por qué ella y no yo?

- Después la verás, ahora están curándola.

- Mentira. Se está muriendo pero no me lo quieres decir, ¡yo también quiero morir! -grité fustrada, limitada por mi garganta, la cual me dolía, me raspaba. Estaba muriéndome por dentro, lenta y dolorosamente, ni Harry me podía hacer sentir mejor.

- No digas eso -me regañó- ella se va a poner bien y pronto la verás cotorreando con mi madre.

- No, a este paso con la única que va ha hablar va a ser con mi abuela.

- Mirame -levantó mi cabeza de su pecho y cogiéndome por los hombros, me obligó a mirarle a los ojos. Amaba sus ojos, pero en este momento no tenía fuerzas ni para aguantarle una simple mirada.- no va a pasar nada malo, ¿entendido? -preguntó secándome las lágrimas con ambos pulgares- ahora intenta descansar, llevas cuatro horas y cuarto llorando -me recostó de nuevo en su pecho y apoyé los pies en la silla de al lado.

Cerré los ojos e intenté pensar en otra cosa, poder dormir. Pero me era algo imposible, pensara lo que pensara mi madre acababa viniendome a la mente. Harry me acariciaba desde la cabeza hasta la espalda y lo tomaba alentador, las caricias me ayudaban a dormir.

- ¿Qué tal va? -preguntó Harry. Decidí no abrir los ojos, no quería que se cortasen si yo estaba despierta. El corazón me comenzó a latir rápido, quería que por una vez en la vida me llevasen la contraría con razón, no solo para fastidiar.

- No nos han querido hacer nada, es normal -la voz de una preocupada Anne entró por mis oídos.

- ¿Normal, por qué?

- Comprendelo Harry, sus heridas son demasiado graves -comentó Des y arrastré un poco la camiseta de Harry al formar un puño con mi mano. Inmediatamente sentí como me besó la cabeza, no sabía si pensaba que estaba dormida o no.

- ¿Se ha dormido? -preguntó Anne y escuché su respiración cerca de mi cara.

- Con ella nunca se sabe -dijo Harry- mamá.

- Dime.

- Si Victoria... Ya sabes, muere... ¿qué va a pasar con _____? -preguntó en un hilo de voz.

- Lo más normal es que se quedase con su padre, pero Richard no creo que esté muy por la labor de quedarse en la ciudad después de esto.

- Bueno, ella al superar los catorce tiene derecho a opinar pero es o su padre o sus padrinos. Pero entiendenos, no le vamos a quitar a su hija -escuché a Des hablar.

- Familiares de Victoria...

- ¿Qué le ha pasado? -interrumpí al médico tras levantar la cabeza a la velocidad de la luz.

- Eres un pesado.

- Pero cuantos pesados conoces que sean guapos y además sean tu novio -alzó las cejas.

- Mmm... -me hice la pensativa mientras enumeraba con los dedos. Cuando me miró con cara de pocos amigos, reí- uno -contesté finalmente.

- Joder, ya me estabas asustando -se llevó la mano al pecho.

Del odio al amor solo hay un paso (Harry y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora