Hoseok había creído desde siempre que el amor era una porquería, un sentimiento que no hacía más que crear conflictos y herir corazones. Pero cambió de parecer cuando conoció a Yoongi, descubriendo que el amor no era todo lo que había creído. Desafo...
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Mirando su reflejo en el espejo, Hoseok peinaba su cabello, sintiéndose cada vez más y más nervioso por su nuevo empleo.
—Adelante —dijo cuando escuchó la puerta de su habitación siendo golpeada levemente.
—Buenos días, Hobi. ¿Estás listo? —saludó el padre del chico omega, mirando con orgullo a su hijo.
—Sí, papá. De hecho ya me voy —Hoseok tomó su bolso, revisando por octava vez que no se olvidara de nada.
—¿No comerás algo? Hijo, no puedes irte con el estómago vacío.
—Los nervios me tienen con náuseas, papá. Pero te prometo que compraré algo en la hora del almuerzo.
Ambos bajaron hacia la entrada de la pequeña casa, el papá de Hoseok tomó una pera del frutero sobre la mesa y la metió dentro del bolso del chico.
—Por favor, comela en el camino. No quiero que vayas a desmayarte o te ocurra algo peor —insistió el papá con preocupación, algo normal de todos los días pues Hoseok era su cachorro y lo amaba demasiado. Él papá omega era quien había padecido cuando lo dio a luz, por supuesto que se preocupaba en cualquier situación.
—Bonhwa, déjalo, cariño. Pondrás a nuestro cachorro mucho más nervioso —dijo el alfa, el padre de Hoseok bajando las escaleras.
—Solo me estoy asegurando de que nuestro cachorro se alimente bien, Gihun —respondió a su esposo con una sonrisa relajada.
—Estoy bien, papás, se los prometo. Pero ya debemos irnos, Jimin dijo que me esperaría en la entrada de la empresa.
El padre lo llevó en su auto a su nuevo empleo, en compañía de su esposo. Antes de que Hoseok saliera del vehículo, la pareja se aseguró que a su cachorro no se le pasara nada.
—Hobi, ¿trajiste los supresores y el neutralizador? —preguntó el padre omega volteando hacia el asiento trasero.
—Sí, papá, tengo todo lo necesario en mi bolso.
—Ese collar combina con cualquier atuendo, cariño, que bueno que te decidiste por el —mencionó el padre mirándolo por el espejo retrovisor.
Hoseok deslizó su dedo índice y medio sobre el collar anti-mordida que llevaba en su cuello. Ya se había acostumbrado a llevarlo todo el tiempo. —El negro va bien con todo —respondió tomando sus cosas—. Bien, nos vemos en la noche.
—¡Qué hoy sea un buen día, Hobi!
Salió del auto formando una sonrisa, observando detenidamente el gran edificio frente a él.
—Mierda... ¿Podrías dejar de ser tan guapo? —habló Jimin acercándose a él—. ¿Tratas de opacarme, Jung Hoseok?
El chico rió con timidez, su mejor amigo siempre lo elogiaba provocando que sus mejillas terminaran pintadas de rojo.
