Hoseok había creído desde siempre que el amor era una porquería, un sentimiento que no hacía más que crear conflictos y herir corazones. Pero cambió de parecer cuando conoció a Yoongi, descubriendo que el amor no era todo lo que había creído. Desafo...
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Algodón de azúcar.
Ese era el aroma de Hoseok indudablemente, solo que no entendía como es que su jefe lo sabía. Él había sido cuidadoso y después de mucho tiempo, un alfa había podido descubrir su olor. ¿Pero cómo? ¿Su jefe acaso estaba hurgando en sus cosas?
—Señor, ¿usted ha estado invadiendo mi espacio personal? —cuestionó totalmente molesto, en cuanto su jefe estuvo frente a él.
—Lo siento mucho, Hoseok, pero como te dije, siento que tú y yo ya nos conocíamos de antes —se justificó—. Tus ojos... E incluso ese pequeño lunar sobre tu labio, estoy totalmente seguro de que ya lo había visto antes.
Hoseok retrocedió un par de pasos al sentir que la cercanía entre ambos se estaba acortando peligrosamente.
—Pues, ¿sabe? Yo creo que usted está haciendo todo este teatro para ocultar sus verdaderas intenciones —acusó un poco más relajado, Yoongi lo miró con atención—. Yo solo creo que usted tiene una muy, pero muy grande fantasía sexual, una fantasía sexual conmigo.
El alfa abrió los ojos con sorpresa, no imaginó que el rumbo de la conversación los llevaría tan pronto a ese punto.
—¿Una fantasía sexual contigo? —preguntó confundido—. Oh, no, Hoseok. No es por esa razón que estoy diciendo todo esto. Sé que hice mal al oler tu chaqueta cuando no estabas en tu oficina, pero no sabía que aquello haría darme cuenta que eres mi omega.
Una ola de desconcierto y aflicción recorrió el cuerpo del omega, se tensó al escucharlo, al escuchar a su jefe llamarlo su omega.
—No soy su omega, señor Min. Usted simplemente es mi jefe y además usted es un hombre casado, un alfa que ya tiene un omega —lo señaló con su índice, retrocediendo más pasos hasta que su espalda chocó con la puerta—. Y lo más importante, yo no le pertenezco a nadie.
Yoongi se estaba desesperando por no poder explicarse bien, y sobretodo porque Hoseok lo estaba malinterpretando todo. Aunque lo único bueno de esa situación, era que podía notar como su asistente se ponía nervioso cada que se acercaba aunque fingiera solo estar molesto. Tal vez podría sacar un poco de provecho de eso.
—Eres mi omega predestinado —musitó con la voz ronca y suave para no intimidarlo, mientras caminaba paso tras paso hacia él.
—No salgo con alfas, no me gustan los alfas y nunca jamás voy a estar con un alfa —arremetió, con su corazón latiendo fuertemente al darse cuenta que su jefe estaba muy cerca.
—Me gustaría saber cual es el motivo.
—Eso no le incumbe —respondió—. Y por favor deténgase, alguien podría entrar—pegó su cuerpo completamente a la puerta.
—¿Por qué te pones nervioso? —preguntó cuando estuvo completamente frente a su asistente, quiso mirarlo a los ojos pero este esquivó su mirada—. Si no te gustan los alfas, ¿por qué estás temblando? —susurró con sensualidad.
