Hoseok había creído desde siempre que el amor era una porquería, un sentimiento que no hacía más que crear conflictos y herir corazones. Pero cambió de parecer cuando conoció a Yoongi, descubriendo que el amor no era todo lo que había creído. Desafo...
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(2-2)
Afortunadamente en ese momento no estaban en la oficina ni sobre el escritorio, Yoongi lo había llevado a la habitación del departamento, recostándolo sobre la cama y despojándolo de su ropa.
Estaba besando cada parte de su cuerpo con devoción y sin mesura alguna. Deleitándose de su dulce sabor.
—Jefe... Aún estoy sucio por lo que sucedió esta tarde —musitó, con los ojos cerrados disfrutando de los besos húmedos sobre su abdomen.
—Eso es aún más delicioso y excitante, Hoseok... Tienes el sabor que indica que eres mío.
El alfa lo hacía sentir realmente bien, cada palabra, cada detalle de su parte era una maravilla para el omega. Definitivamente estaba enamorado, pues todo en su jefe lo veía perfecto.
El pálido tomó la erección del contrario y la llevó a su boca, besando primero la punta y luego metiendo todo en su cavidad.
Las piernas del omega temblaron cuando la estimulación aumentó cuando sintió un dedo hundirse en su interior, el dígito palpó de inmediato la protuberancia que lo hacía ver estrellas.
—Ahg~ señor... Es justo ahí~ —gimió, un tanto desorientado por el placer.
Yoongi introdujo otro dedo y comenzó a moverlos con rapidez, abusando del vulnerable punto de sensibilidad.
Hoseok empuñó el edredón con fuerza, arqueando sensualmente la espalda por tan íntimo tacto en él. No podía reprimir más sus gemidos, y menos cuando el primer orgasmo lo atacó por sorpresa.
—S-señor~ señor... Ya~ —jadeó, tratando de detener la mano que no paraba de mover los dedos dentro de él.
Yoongi también estaba desnudo, se hincó un momento sobre la cama y se colocó el preservativo que había tenido preparado. Admirando a Hoseok recostado frente a él, con la piernas abiertas y a su merced, contemplando lo jodidamente hermoso que se veía perdido en el placer.
—Voy a entrar, ¿de acuerdo? —anunció, acomodandose entre las piernas.
El omega asintió, mirándolo con los ojos cristalinos por su reciente éxtasis. Adoraba como las mejillas de su jefe se coloreaban de rojo por la actividad.
Poco a poco su erección se deslizó en el interior, siendo apretada por las paredes, provocándole una fuerte oleada de calor.
Una vez estuvo completamente dentro, se tomó un momento para besar sus labios, que aunque estaban cubiertos de saliva, saboreó como un manjar.
—Me hace tan feliz tenerte, Hoseok... —susurró en tanto movía sus caderas de adelante hacia atrás.
—Señor~ yo también me siento muy feliz —jadeó cuando su interior estaba siendo invadido.
