Hoseok había creído desde siempre que el amor era una porquería, un sentimiento que no hacía más que crear conflictos y herir corazones. Pero cambió de parecer cuando conoció a Yoongi, descubriendo que el amor no era todo lo que había creído. Desafo...
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Llegó a la empresa sin ánimos, no había podido dormir en toda la noche porque su cabeza no paraba de darle vueltas a aquel tema. Tenía temor de que Jiuk apareciera y abriera la boca con Hoseok o con cualquiera de sus hermanos.
Intentó leer sus emails pero no podía concentrarse, todo era un martirio que no iba a dejarlo en paz.
Namjoon apareció en su oficina, el alfa se veía más feliz de lo normal y tuvo envidia de él. Deseaba ser feliz como su mejor amigo, deseaba no tener ningún obstáculo que lo detuviera estar con su omega.
—Mandé la publicidad, ya solo falta la que autorices la distribución para la nueva imagen de los juguetes —decía Namjoon, leyéndole su propio reporte.
Pero el pálido apenas había escuchado algo, solo asentía sin decir nada.
—¿Qué sucede, hermano? Te ves como la mierda —comentó.
Yoongi se encogió de hombros, sabía que su mejor amigo lo apoyaría con ese problema pero ahora no tenía muchas ganas de hablar.
—No pude dormir —respondió tratando de no darle tanta importancia.
—¿Es eso? —Namjoon dejó la carpeta sobre el escritorio y enarcó una de sus cejas, mirándolo—. ¿O tuviste problemas con Hoseok?
El alfa se quedó quieto, su garganta se apretó, amenazando con el llanto que había estado reprimiendo.
Pero antes de que pudiera responder, la puerta fue tocada. Yoongi no dijo nada, así que Namjoon dio el permiso para entrar.
Se trataba del asistente, Hoseok entró a la oficina y saludó a los dos.
—Disculpen la interrupción, pero es que los abogados del señor Lee Daehyun llamaron, dijeron que el perro no había reaccionado bien al tratamiento y está sufriendo demasiado —explicó—. Y lo más probable es que pronto lo manden a dormir.
El pálido suspiró con fuerza y talló su rostro, lo único que le faltaba era tener más problemas.
Namjoon rascó una de sus cejas, pensativo ante el problema. Luego se levantó de la silla. —Iré a llamar a nuestros abogados, debemos asesorarnos —dijo, para luego retirarse.
Hoseok se tomó un momento para contemplar a su alfa, podía ver en su rostro mucha preocupación, además de una enormes ojeras que adornaban sus ojos. Lo había extrañado tanto todo el fin de semana que solo deseaba lanzarse a sus brazos y llenarlo de besos. Pero se contuvo, ese no era un buen momento para hacerlo.
—Jefe —musitó, aún de pie frente al escritorio—, ¿usted ya comió algo? Sé que necesita un analgésico, porque estoy seguro que tiene dolor de cabeza. Pero no quiero darle la pastilla si tiene el estómago vacío.
Yoongi lo miró, en sus pensamientos no paraba de rogarle que no lo abandonara.
—Solo... Solo necesito que me abraces —musitó, poniéndose de pie.
