Hoseok había creído desde siempre que el amor era una porquería, un sentimiento que no hacía más que crear conflictos y herir corazones. Pero cambió de parecer cuando conoció a Yoongi, descubriendo que el amor no era todo lo que había creído. Desafo...
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Yoongi tocó la puerta de la oficina de su asistente, había esperado varios minutos después de la hora de salida para poder pasar un momento de privacidad con su omega. Ambos habían tenido mucha precaución con sus muestras de cariño pues ahora ya actuaban como una pareja, una pareja algo prohibida.
—Adelante —dijo Hoseok en voz alta, en tanto se colocaba el abrigo.
El alfa entró enseguida, cerrando la puerta con seguro.
—Vine a darte las buenas noches y todos los besos que no podré darte durante el fin de semana.
Hoseok sonrió ampliamente, comenzando a sonrojarse. Extendió los brazos para recibir a su alfa en un abrazo.
—Entonces eso nos tomaría toda la noche, Yoongi...
El pálido lo abrazó por la cintura, estrechando suavemente el menudo cuerpo pegándolo al suyo.
—Eso suena demasiado tentador, Hoba.
—Pero no podrá ser, Yoon. Sabes que tu esposo está esperando por ti —Hoseok lo abrazó por el cuello y aspiró profundamente su débil aroma.
—Pronto podremos estar juntos, amor...
El omega se tensó, era la primera vez que lo llamaba de aquella manera.
—¿Amor...? —musitó.
—Sí... Eres mi amor —separándose un poco, atrapó sus labios, formando un beso dulce, apenas una caricia de labios.
Nuevamente aquellas mariposas enamoradas se agitaron en el estómago de Hoseok, correspondiendo a ese beso lleno de afecto.
—Te amo —susurró el pálido sobre sus labios.
—Te amo —respondió el asistente con una nueva sonrisa—. Espero que este fin de semana puedas descansar, y puedas liberar tu mente de tanto estrés.
—Haré el intento, Hoba. El tema del perro me tiene muy preocupado —confesó—. Pero lo que sí te puedo asegurar, es que no dejaré de pensar ni un segundo en ti.
—Todo va a salir bien, Yoon. Ya lo verás.
El alfa asintió y volvió a apoderarse de los labios contrarios, en un beso mucho más intenso. Los chasquidos haciéndose más sonoros y una de las lenguas luchando por no apartarse de la otra cavidad.
Hoseok comenzaba a acalorarse, pero sabía que no podían arriesgarse a entregarse en aquel espacio.
—Yoongi~ detente, los chicos me están esperando abajo —pidió en cuanto tuvo oportunidad de separarse.
—Desearía volver a casa contigo y con nadie más... —besó suavemente la piel de su mandíbula.
—Ya lo dijiste, Yoongi: pronto será. Ahora debemos reprimir nuestros impulsos —dejó un beso en su mejilla y luego tomó sus cosas—. Vamos ya, antes de que alguien nos descubra.
