Hoseok había creído desde siempre que el amor era una porquería, un sentimiento que no hacía más que crear conflictos y herir corazones. Pero cambió de parecer cuando conoció a Yoongi, descubriendo que el amor no era todo lo que había creído. Desafo...
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Yoongi había contratado a dos enfermeras para que cuidaran de su esposo, el alfa estaba realmente muy preocupado, pues el doctor le advirtió que cualquier incidente podría terminar con la vida del cachorro y de Jiuk.
A pesar de que su madre y mamá habían regresado a instalarse en la ciudad y colaboraban con los cuidados del omega, decidió que era mejor obtener ayuda profesional, gastando también una buena cantidad de dinero para adquirir equipos médicos que ayudaran en las observaciones del embarazo, y así evitar que Jiuk saliera del departamento a menos que fuese demasiado importante.
Todo lo hacía por mera compasión, empatía y principios morales, porque a decir verdad, sus sentimientos no habían cambiado ni un poco. Su amor era completamente de y para Hoseok, y eso era muy difícil de cambiar. Desafortunadamente tampoco sentía ni un poco de afecto por el cachorro que crecía dentro de Jiuk, se sentía ajeno a su propia familia.
—Debo retomar mis actividades en la oficina, madre. Me he ausentado tres semanas, además, acabo de recibir un citatorio de la corte —comentó, en tanto la alfa ataba su corbata.
—Mi pequeño alfa, entiendo que estás a punto de estallar con tanto estrés. Tu esposo y ahora la empresa... —respondió Siwon, acariciando su mejilla—. Ese malnacido no va a detenerse, no tendremos otra opción, más que darle lo que pide.
—¡Jamás, madre! —expresó furioso—. Ese bastardo no va a quitarme nada que me pertenezca.
Esas palabras se referían más por su omega, a Yoongi no le importaba más la demanda, él solo deseaba tener a Hoseok de vuelta en sus brazos.
—Yoongi, hoy lo más importante es tu cachorro, tu familia. No te rompas la cabeza peleando con ese muerto de hambre —expresó la alfa con desdén—. Hay que indicarles a los abogados que le ofrezcan unas cuantas monedas y quizás una propiedad en el campo, y que luego desaparezca de nuestras vidas.
—Ya veremos qué pasa, madre. Pero no voy a perder contra ese don nadie —besó la frente de su madre y se encaminó a la salida del departamento—. Debo reunirme con Namjoon, despídeme de mamá y de Jiuk.
De prisa se dirigió a la empresa, esperando a que todo volviera a la normalidad con su trabajo, porque el tema de Hoseok era muchísimo más complicado.
Detrás de su escritorio, llamó primero a su mejor amigo para informarle sobre el citatorio. Después su mano tembló, cuando intentó marcar hacia la extensión del omega. Ansiaba verlo, sentir su presencia, pero la indiferencia que el omega había estado teniendo angustiado.
Él no quería alejarse, definitivamente no podía vivir sin Hoseok. Y no sabía como, pero necesitaba recuperarlo lo antes posible, apesar de todo lo que estaba sucediendo.
—Ho... Hoseok, buen día —dijo, con el teléfono pegado a la oreja y el corazón latiendo fuertemente.
—Buen día, señor. ¿Qué necesita? —respondió el omega, con aparente despreocupación.
