Hoseok había creído desde siempre que el amor era una porquería, un sentimiento que no hacía más que crear conflictos y herir corazones. Pero cambió de parecer cuando conoció a Yoongi, descubriendo que el amor no era todo lo que había creído. Desafo...
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En tanto Yoongi había llegado a la oficina, revisó de inmediato los reportes quincenales de los comportamientos de la empresa. Al menos en eso todo iba a la perfección, no había perdidas y los nuevos puntos de venta estaban haciendo crecer la economía de Pet-MinCorp.
Miraba en la galería de fotografías de su laptop, las fotografías de todos los perros que habían propuesto para la nueva publicidad, sonreía sutilmente en cada fotografía pues, apesar de que su familia se dedicara al negocio de las mascotas, no tenían una. No desde que su mascota de la infancia falleciera de vejez.
La concentración de su trabajo fue interrumpida por su hermano omega, quien entró a su oficina sin tocar como era su costumbre, sosteniendo un gran bolso para bebés y a su pequeña cachorrita en brazos.
—Hola, tío Yoonie —saludó en una delicada voz aguda, fingiendo que Lunita lo había hecho.
—Hola, ¿qué hacen aquí? —preguntó sin intenciones de sonar grosero.
—Tengo muchísimo trabajo, hermanito, las relaciones públicas no van a organizarse solas. Así que debo ponerme a trabajar en eso en cuanto antes —respondió mientras colocaba el bolso sobre el escritorio.
—¿Y Lunita? Debiste contratar a una niñera o niñero, este no es un buen lugar para que Lunita descanse.
—Oh, no, no. Hyori aún es muy pequeñita, todavía no tengo la confianza suficiente para dejarla con alguien desconocido. Mamá está con Jiuk, Namu y yo estaremos trabajando, así que hoy le toca al tío Yoongi cuidar de Lunita.
—¡¿Qué?! No, no, no, no —protestó el alfa en voz baja para no despertar a la bebé, pero había sido demasiado tarde, ella terminó en sus brazos.
—Relájate, hermanito. Hyori es una bebé muy tranquila y paciente, todo lo contrario a mi —rió, en tanto buscaba algo dentro del bolso—. Solo no la descuides o voy a golpearte.
Yoongi sostuvo a Lunita, viendo como su hermano sacaba del bolso una tela gris, rectangular y alargada que comenzó a desdoblar. —¿Qué es eso?
—Es un fular portabebé, te ayudara a no cansarte de los brazos y mi bebé estará más cómoda. Levántate para colocártelo.
Obedeciendo, el alfa se levantó y rápidamente su hermano le quitó la chaqueta para comenzar a envolver su torso con aquella tela elástica. La cruzó por sus hombros y luego de un par de vueltas más y un fuerte nudo, terminó.
Acomodó a la cachorrita dentro de la bolsita que se había formado con el fular y a Hyori inmediatamente descansando sobre el pecho de su tío. —Listo —comentó, volviendo a colocarle la chaqueta.
El alfa también sintió comodidad, la tela hacía todas las funciones: sus brazos estaban libres y la bebé estaba en una cómoda posición sobre su pecho. Pero aunque todo lucía bien, no estaba seguro de poder hacerlo bien.
