Hoseok había creído desde siempre que el amor era una porquería, un sentimiento que no hacía más que crear conflictos y herir corazones. Pero cambió de parecer cuando conoció a Yoongi, descubriendo que el amor no era todo lo que había creído. Desafo...
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Aunque aún se sentía un poco débil y extraño, estaba frente a su jefe ayudándole en lo que le pidió. No podía mirarlo pues su lobo aún estaba inquieto, pero debía ser profesional y tenía que ignorar lo que sentía.
—No puedo creer que todo haya salido mal para el nuevo cargamento de este mes —comentaba Yoongi entre dientes, revisando una y otra vez todos los documentos.
Hoseok lo escuchaba porque temía decir algo que a su jefe lo irritara más.
Yoongi se percató de inmediato del comportamiento del chico, así que suavizó su gesto para no asustarlo. Lo miraba de reojo de vez en cuando, su asistente también estaba atento revisando las carpetas.
—¿Tu pareja te obliga a usar ese collar? —preguntó para que el chico tuviera un poco más de confianza.
Hoseok lo miró, sorpresivo por la pregunta. —¿Qué? ¿Este collar? —respondió con otra pregunta, llevando inconcientemente sus dedos tocando el accesorio.
Yoongi asintió. —Sí —rió bajo—. Disculpa la indiscreción.
—No. De hecho lo uso por mi cuenta.
—Así que eres omega —afirmó, mientras desviaba las llamadas entrantes de su celular.
—Creo que eso es evidente, jefe —Hoseok fingió desinterés en la conversación.
—No lo sabía, disculpa. Es que no he podido percibir ningún aroma —comentó tranquilo, observándolo nuevamente.
Hoseok también lo observó, ambos mirándose fijamente a los ojos por unos largos segundos. Había algo extraño, sus lobos se comportaban exactamente igual pero ninguno dijo nada, Yoongi no pudo soportar la mirada y nuevamente llevó su atención a la carpeta en el escritorio.
—Sí, jefe, soy un omega... Y cubro mi olor para no tener inconvenientes en mi horario laboral —respondió sin tener la necesidad de dar más explicaciones—. Y discúlpeme también la indiscreción pero yo tampoco he percibido el suyo, ¿También usa sprays?
—Mi madre dice desde que presenté, que mi aroma es muy expresivo y fuerte, así que me cubro para pasar desapercibido ante los demás —explicó—. Pero dime, ¿qué inconvenientes podrías tener? Por el collar puedo deducir que ya estás marcado.
Hoseok se tensó, pero también tuvo ganas de comenzar a reírse a carcajadas por la curiosidad chismosa del pálido.
—Lo siento, señor, pero en mi contrato no decía en ninguna parte que mi vida personal podía mezclarse con mi vida laboral —dijo con respeto para no ofender a su jefe, pero en realidad quería seguir cuidando su identidad sin divulgar su privacidad.
—Oh, lo siento, Hoseok, yo no quería... No quería entrometerme en algo que no me importa —pronunció de prisa, volviendo a su trabajo.
Por supuesto que se había sentido ofendido, se supone que era su asistente y que tenía derecho a conocerlo más, pero su orgullo de alfa lo obligó a cerrar la boca.
