Hoseok había creído desde siempre que el amor era una porquería, un sentimiento que no hacía más que crear conflictos y herir corazones. Pero cambió de parecer cuando conoció a Yoongi, descubriendo que el amor no era todo lo que había creído. Desafo...
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—Yoongi, ¿qué haces aquí? —cuestionó la alfa, mostrando su evidente molestia.
—¿Podemos hablar? —preguntó el pálido con tranquilidad, para no agrandar la atmósfera de hostilidad que parecía rodearlos cuando estaban cerca.
—Si se trata de Jungkook, mejor vete, yo...
—Es sobre Jiwoo —aclaró, interrumpiendo sus palabras.
Yoongi podía notar la gran tristeza que inundaba a la chica, su cuerpo lucía débil y su rostro pálido reflejaba que estaba enfermando.
—Ya lo hemos dicho todo, Yoongi.
—Te equivocas, solo descubrimos lo que pasó con ella, pero no hemos hablado acerca de ti y de mí. Tú y yo fuimos los personajes principales de esta historia...
Jiyeong pasó saliva con intenciones de deshacerse del nudo en su garganta. —Pasa... —se hizo a un lado para entrara.
El departamento no era tan amplio, así que el alfa tomó asiento enseguida en el único sofá grande que había.
En la mesita de centro se encontraba el álbum de fotografías abierto, Yoongi alcanzó a ver su contenido, antes que la alfa lo cerrara y lo colocara nuevamente en su repisa.
—¿Enserio crees que todavía quede algo qué tú y yo tengamos que hablar?
—¿Qué hay de ti, Jiyeong? ¿Qué fue exactamente lo que sucedió entre ella y tú?
La chica rió bajo y negó. —No pienso discutir eso contigo.
—No te estoy pidiendo los detalles, solo quiero conocer tu parte de la historia.
—No creo que sea prudente contarte lo que ya sabes, Yoongi.
—Aunque tú hayas llegado primero a su vida, yo también pertenecí a la suya, creo que tengo derecho a saber...
—¡Ella era mía! —gritó desconsolada, cubriendo su rostro con las manos—. ¡Ella y yo estábamos tan bien juntas! ¡Pero llegaste tú y lo arruinaste todo! —sollozó con fuerza, negándose a mirarlo.
Aunque la verdad dolía, Yoongi sabía que era necesario escucharla. Jiyeong se había guardado tanto dolor a lo largo de esos años que ya era tiempo de sacarlo de su interior.
—Lo siento, Jiyeong... Pero cuando yo la conocí, no sabía que ella estaba contigo.
—¡Pues claro que no! Llegaste con tu tonta cara de niño bonito y millonario, logrando que ella se enganchara contigo... Solo el universo sabe cuánto te odié... Cuánto te...
—¿Cuánto me odias?
La alfa dirigió su mirada a él, sin saber si aún sentía ese sentimiento. —El último día que la vi... Peleamos porque yo no estaba dispuesta a aceptar que tú también fueras parte de la relación —relató entre lágrimas—, pero verla suplicándome que la comprendiera, verla tan enamorada de ti... Me hizo aceptar de último momento lo que ella tanto anhelaba.
