Hoseok había creído desde siempre que el amor era una porquería, un sentimiento que no hacía más que crear conflictos y herir corazones. Pero cambió de parecer cuando conoció a Yoongi, descubriendo que el amor no era todo lo que había creído. Desafo...
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Hoseok invitó a pasar al hermano de Yoongi a su hogar, sus padres le dieron una cálida bienvenida luego de la presentación.
Pasaron a la privacidad de su habitación para hablar, tal como lo había pedido Jin.
—Tu casa es muy bonita, Hoseok —comentó, tomando asiento en la silla del pequeño escritorio, en tanto Hoseok se sentaba en la cama.
—Gracias, Jin. No es lujosa pero, es muy hogareña.
—Espero tener un hogar así cuando nazca mi cachorro —comentó, buscando algo en su bolso—. Por cierto te traje esto.
Hoseok se estiró para alcanzar la gran barra de chocolate que el omega le ofreció, mirando el bonito mensaje en su empaque.
"Tío Hoseok, ¡Soy una niña!".
El asistente sonrió enternecido, con los ojos cristalinos por la linda sorpresa.
—¡Muchas felicidades, Jin! —se levantó para abrazarlo, en tanto acariciaba su abultado vientre.
—Nam y yo tendremos una bebita —respondió, con sus ojos acumulando lágrimas de felicidad.
—Es muy lindo de tu parte, Jin. Pero quizás este chocolate debería ser entregado al tío oficial de tu bebé... A Jiuk —volvió a su lugar, y comenzó a jugar con el chocolate entre sus manos.
—El tío oficial de mi cachorro, eres tú, Hoseok —afirmó—. Tú eres el omega destinado de mi hermano, eso te convierte en su tío.
—Jin, yo...
—Hoseokie, no quiero que hablemos del tonto de Jiuk. Ese tipo solo me amarga el rato y no sabes cuan arrepentido estoy de haberlo apreciado todo este tiempo, él no lo merece —expresó molesto.
—Perdóname, Jin, yo no tenía idea que él te desagradaba.
—Descuida, no es tu culpa. Pero después hablaremos de él. Mi razón de esta visita, es otra.
Hoseok asintió para que continuara, pero Jin se tomó un momento para levantarse y dirigirse a la mesita de noche, tomándose el atrevimiento de ver de cerca el montón de frascos de vitaminas que el omega mantenía a la vista: vitaminas prenatales.
—¿Cuánto tiempo tienes, Hoseokie? —preguntó, dejando cada frasco en su lugar.
El asistente abrió los ojos con asombro, con su corazón latiendo de prisa.
—Jin, eso no es... —intentó explicar, pero este se adelantó.
—Lo sé desde esa noche en la que mi hermano se embriagó —se levantó de hombros y volvió a la silla—. Por eso vine a hablarte.
Hoseok bajó la cabeza avergonzado, y entró en pánico.
