Hoseok había creído desde siempre que el amor era una porquería, un sentimiento que no hacía más que crear conflictos y herir corazones. Pero cambió de parecer cuando conoció a Yoongi, descubriendo que el amor no era todo lo que había creído. Desafo...
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Muy temprano, Jimin en compañía de su prometido, visitaron a Hoseok.
—Lamento mucho no haberte podido acompañar en tu salida del hospital, Hobi, teníamos mucho trabajo en la oficina —explicó Jimin, abrazándose a su amigo.
El omega había bajado primero, dejando que su alfa terminara de ducharse. Además quería darles una sorpresa a sus amigos.
—No se preocupen, chicos, lo entiendo. Solecito y yo ya estamos seguros aquí.
—Hobi, ¿por qué hay tanta seguridad afuera de tu casa? —preguntó Taehyung, mirando por la ventana.
—Bueno es que, gracias a la señora Min, descubrimos quienes son los verdaderos responsables de lo que sucedió con mi hermana, y nos están protegiendo.
—¿Qué? —preguntaron al mismo tiempo, con notable angustia en sus rostros.
Yoongi bajó las escaleras con su cachorrito en brazos y los saludó.
—Buenos días, señor Min —respondieron con una reverencia.
Jimin miró a Hoseok, tratando de entender lo que sucedía. Así que el omega se abrazó al pálido y sonrió.
—Yoongi es inocente... Por favor, siéntense, voy a contarles.
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Jiyeong no podía dejar de pensar en lo que había sucedido, su cabeza estaba hecha un lío y lo único que pudo deducir, era que debía irse otra vez y quizás esta vez para siempre.
No había dormido mucho y había ignorado las llamadas de Jungkook. Intentó solo alejarse pero no contaba con que el beta la buscaría en su departamento.
—Ji, por favor ábreme, tenemos que hablar —decía Jungkook, del otro lado de la puerta principal, golpeando insistente.
La alfa se incorporó del sofá donde había estado toda la noche y contempló las latas de cerveza que habían sido su acompañamiento, así como el álbum de fotografías que Jiwoo le había obsequiado, con todos sus recuerdos juntas.
