Si había algo que disfrutaba en la vida, era estar rodeado de personas. Era un ser sociable por naturaleza. Le encantaba conocer personas y convivir con sus amigos, porque si algo había aprendido en los treinta años que tenía de vida, es que nunca dejas de descubrir cosas nuevas en los demás. No importaba si llevabas años de conocerlos, ya fuera algo mínimo e isaignificante, podías conocer y aprender nuevas cosas. Todo el tiempo.
Su mamá solía decirle que tenía don de gentes. También le decía a menudo que su personalidad extrovertida y empática era una de sus mayores cualidades. Y no sabía cuanto de eso era cierto, pero sin lugar a dudas había hecho muchos amigos a lo largo de su vida.
Por eso no le costó integrarse con tan variado grupo de personas. Estaba pasándoselo realmente bien. Incluso con Finnick Dowson, el cuñado de Wesly Porter a quien recién conoció esa noche. También ayudaba que el hombre fuera tan agradable y conversador. Había mantenido una charla muy entretenida con él y Logan, el otro guitarrista de The sound of silence. Sin embargo en ese momento se dio cuenta de que había alguien que se veía muy solitario.
Rick Crawford.
El rubio baterista estaba sentado un poco alejado de los demás. Jugaba con Napoleón y Shasta, las mascotas de Luke y Wesly respectivamente. Aunque si a Jonathan se lo preguntaban, era solo una excusa para apartarse de los demás. Después de todo, Rick había dicho muy poco durante todo el tiempo que habia durado aquella cena/fiesta.
Lo pensó por un momento y luego se disculpó de los dos hombres con los que estaba hablando y así poder acercarse al rubio. Se aseguró de estar yendo de frente para no tomarlo por sorpresa.
—Hey— saludó en cuanto estuvo lo bastante cerca para ser escuchado. El baterista alzó la cabeza y le dio una mirada cargada de sorpresa antes de sonreir a medias y apartar la vista.
—Hey, JJ.
—¿Teniendo un momento de diversión con las bolas de pelos? — el rubio asintió, pero seguía evitando su mirada —¿Eres amante de los perros?
—No — una pequeña sonrisa tiró de sus labios. —En realidad me gustan más los gatos. Pero a Shasta la conozco desde que era una cahorrita y Napoleón es especial. Son mis excepciones.
—Ya veo. Y en realidad tiene sentido que te gusten los gatos.
—¿Por qué? — los ojos verdosos de Rick por fin se posaron sobre él.
