Aiden Finnes
Semanas atrás...
Estaba frente a la habitación de Kristen en el Círculo Dorado. La puerta estaba abierta, permitiéndome ver su cuerpo tendido en el suelo.
Me halé el cabello y di vueltas sobre mí mismo. No podía creer que ella había llegado a ese punto, se suponía que estábamos tratando aquel cuadro depresivo. Se suponía que estaba mejor.
Pero ahí estaba pálida, con vómito sobre su ropa, en sus manos, en su rostro... los paramédicos la pusieron en una camilla y la sacaron de la habitación.
Solté una exhalación. Mi padre no se había dignado a aparecer, no era que podía hacer algo, pues lo hecho, hecho estaba, pero todo esto era su puta idea, él era el responsable de que Kristen hubiese tomado esa decisión...
No culpaba a la chica, pues el tener que alejarse de Ambrose y la muerte de Danna la habían afectado muchísimo, no eran nimiedades. Tenía derecho a sentir, mi pregunta era: ¿cuándo se nos había escapado de las manos?
Escuché unos pasos, y aquellas botas sólo las podía usar alguien con el gusto tan malo como el de Captian. Él no servía para nada, lo que hacía era sorberse la nariz y limpiarse las lágrimas.
—Captian así no sirves —solté con hostilidad —. Si vas a estar aquí al menos trata de no ser tan patético.
—¡Sabes que esto me afecta! ¡Estamos hablando de nuestra Kristen, Aiden! —gritó exaltado.
Me giré hacia él, con los puños apretados, dispuesto a drenar toda mi angustia y rabia en él.
—Cállate —siseé —. Ella no le pertenece a nadie, y sabes eso; nos odia, nos teme, y si alguna vez sentiste más que obsesión por Kristen, cállate por favor, Captian.
—¡Maldita sea! ¡Agh! —soltó mientras caminaba de aquí a allá.
Mi mente estaba en otro lugar. Estaba bastante preocupado, lo que había pasado cagaba cada uno de nuestros planes; aquello nos traería grandes consecuencias y el imbécil de mi padre no iba a mover un dedo por solucionar todo eso. Era el peso de dos chicas, ahora tres, no podía lidiar con eso, al menos no sin el poder de August.
—¿No estás angustiado por todo lo que pueda pasar ahora en adelante? —pregunté, y sabía que el porcentaje de recibir una respuesta, coherente, no era muy alto.
Pasaron unos minutos de absoluto silencio.
—Claro que lo estoy —respondió él con ese tono áspero de siempre. Al menos ya se le había pasado la crisis a la señorita —. Esto no sólo les molestará a las personas que invirtieron en ellas, también a las que están contando con el movimiento para librarse de las cadenas del gobierno de Calem; estarán en nuestra contra. Perdimos mucho dinero... ellos perdieron mucho dinero. Y ojalá sólo lo quisieran devuelta.
Asentí, luego negué. Respiré hondo.
—Dash se había vuelto bastante cercana a Kristen —dije, sin saber muy bien el motivo —. Sabemos lo que es capaz de hacer, tendremos que silenciarla... controlarla hasta que consigamos la manera de llegar a un acuerdo, tal vez no sea tan complicado si damos donde le duele.
—Mañana empezaremos con eso, al menos a ella si la podemos manejar —comentó y yo asentí. Me giré hacia él y recordé lo mucho que estas situaciones lo afectaban, había sido un idiota, no merecía todo el veneno que brotó de mi boca —. Buenas noches, primo, espero y puedas cerrar los ojos.
Sonrió débilmente.
—¿Aiden? —me llamó y sabía que había vuelto a sumirse en la tristeza, o cual fuese el sentimiento por el que estaba pasando.
Lo miré fijamente antes de responder
—¿Si?
—¿Cómo lo hizo? —Dudó para decir lo siguiente —: Kristen, ¿cómo...?
—Mezcló las pastillas que le estaban recetando para la depresión con alcohol —confesé, interrumpiéndolo al instante —. Tomó la botella en el momento que la dejaron sola en el comedor, la sacó del bar. Los custodios estaban al otro lado de las puertas, así que no había forma de verla. Vertió el líquido en una botella de agua.
Me pasé la mano por la barbilla y la bajé hasta mi cuello, con vacilación e inquietud. Él veía al suelo fijamente, su mirada no decía muchas cosas, parecía perdido, pero no sabría decir en qué exactamente.
—Sabes que mi padre nunca se ha interesado tanto por el bienestar de las capturadas, en realidad ella estaba ahí preguntando dónde se encontraba Ambrose, también llenó de insultos el lugar por la muerte de Danna —comenté con dificultad luego de carraspear —. No se encontraba bien, y nadie hizo nada por eso; nunca lo ocultó, y aun así no le dimos la importancia que merecía. Logró llevarse aquella botella de plástico sin problema, y bueno, lo demás ya lo sabes.
—Es malditamente difícil —susurró unos segundos más tarde —. Esta situación es...
Al parecer no tenía intenciones de terminar la frase.
—Lo sé.
ESTÁS LEYENDO
La Captura
Science-FictionAnualmente son capturadas doce jóvenes de todas las partes del país. Serán sometidas a pruebas para transformarlas en fenómenos con habilidades que ayudarán en una guerra eterna. Este año será diferente, pues una de ellas tendrá la oportunidad de ca...