Aiden Finnes
Había sido el escenario más asqueroso que había visto en todo el año y eso que había tenido que observar como mi padre le quitaba la lengua a una chica.
Hombres muertos y desangrados por todo el suelo de la entrada, en la salida había cuerpos con la piel desgarrada y quemaduras bastante severas. Pero lo peor, sin duda lo peor, era ver a Dash con una cantidad preocupante de sangre alrededor de ella, con vómito cerca e inconsciente.
Mara estaba en un estado de psicosis algo desesperante, por lo que los doctores se habían visto en la obligación de sedarla.
Toda la información había llegado con éxito a la presidencia de Lenos, es decir, al despacho de mi padre y parte de su gabinete. A los cuales no les importó el hecho de que el movimiento no pudo ser más caótico, sino que Lyme ahora era parte de su territorio.
Subimos a las chicas a un avión junto con algunos doctores, luego de eso entraron más de nuestros hombres al estado.
No me quedé a ver como mataban a niños, jóvenes y adultos mayores. A esas personas que se resistían a la idea de que August los gobernara.
Captian y yo subimos a otro avión luego de que nos informaran que ya los cadáveres que se encontraban en la gobernación habían sido cremados. Las cenizas viajarían de ese punto hasta la capital para que mi padre pudiese tener una prueba de que habíamos logrado dañar a las personas de Lyme.
—¿Cuántas chicas quedan? Digo, sanas, con la posibilidad de salir de Lenos, ¿tres? —preguntó Captian, revisando la bandeja de correos de su móvil
Resoplé y me acomodé en el infernal asiento del avión.
Captian soltó una carcajada.
—¿Qué? ¿Ahora te quedan pequeños estos asientos?
La verdad era que sí, habíamos aumentado al menos cinco centímetros de altura en las últimas dos semanas, sin mencionar que los resultados de los entrenamientos se veían con una rapidez temible.
—No sé cuántas quedan —respondí su primera pregunta —. ¿Tres?
—Maya Black, Ava Brown —él repasaba una lista en su mente —. Noa murió... Gina Rider, y Dafne.
Me tensé al escuchar el último nombre.
—Sabes que ya no tienes voz ni voto, enviarán a las que quedan y tendrás que estar bien con eso —escupió al ver mi reacción.
—Eso lo sé, Captian —lo tajé, mirándolo con seriedad.
Dos semanas antes...
Sabía que la respuesta de mi padre no me agradaría, pero tenía que hacer el intento. Dash estaba bastante débil, y ya la situación escapaba de sus manos.
Desde que se le suministró el tratamiento por primera vez supimos que corría un gran riego.
—El color de sus labios, piel y la debilidad en el cabello indican que ha tenido una mala alimentación durante más de la mitad de su vida —había dicho la Doctora Martin, la primera vez que se desmayó —. La textura de su piel indica que aparte ha estado sometida a trabajo duro y al sol durante muchas horas. Esta chica podrá ser extremadamente precisa a la hora de disparar, pero no está en condiciones ni de correr.
A mi padre no le había importado eso. A pesar de las advertencias de Martin, él había ordenado que le implantaran el chip de rastreo y que le suministraran la segunda dosis del tratamiento.
Desde ese entonces la Doctora Martin ha estado más que pendiente de la salud de Dash, y cuando Cina llegó mostró el mismo interés. Sabíamos que la rubia no estaba en condiciones de hacer nada de lo que hasta el momento había hecho, y sin embargo había demostrado ser fuerte.
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La Captura
Science-FictionAnualmente son capturadas doce jóvenes de todas las partes del país. Serán sometidas a pruebas para transformarlas en fenómenos con habilidades que ayudarán en una guerra eterna. Este año será diferente, pues una de ellas tendrá la oportunidad de ca...