Ambrose Dash
No pasaron ni quince minutos cuando Captian había aparecido.
Observó la escena, inexpresivo, como siempre, pero luego me dirigió una mirada que trasmitía de todo menos empatía.
—Será mejor que te vayas ya, Ambrose —dijo mientras se acercaba a nosotras, que aún estábamos en el suelo, una junto a otra —. Yo me encargaré de ella.
Aún se oía la suave música de las plantas inferiores, por lo que imaginaba que el gentío que Aiden y yo habíamos dejado atrás no se había marchado.
—¿Está bien si te dejo con él? —pregunté con el tono más delicado posible. La mujer asintió, Captian, en cambio, se tensó. Al parecer mi acción le había molestado —. Ya me voy —avisé y caminé hasta las escaleras.
Repasé todo lo que había pasado desde que Aiden apoyó su mano en mi hombro y me sorprendí de mis decisiones, es decir, ¿por qué estar cerca de él por decisión propia?
—Captian —llamé, justo cuando estaba a punto de bajar el segundo escalón.
Éste apartó la mirada de la mujer que estaba en silencio y echada en el suelo, para mirarme.
Pensé en preguntarle quién era la pelinegra, también quería preguntarle si él sabía qué mierda le pasaba, al ahora siempre ebrio, Aiden, pero me acobardé.
—Espero que la trates mejor que a las capturadas —solté, refiriéndome a la mujer que ahora tenía en sus brazos.
—Oh, créeme —respondió con voz gélida —. Lo haré.
Al llegar de nuevo a la primera planta encontré alrededor de cincuenta personas, todas con prendas costosas y con un vocabulario impecable. Me quedé de pie al inicio de las escaleras y busqué a cualquier rostro familiar.
Mara terminó sonriendo con algo de pesar, así que me acerqué.
—¿Cómo están todas? —pregunté con el corazón en la boca.
Ella me miró por unos segundos, dudando.
—No están bien, Ambrose —comentó y se giró hacia su izquierda, yo copié su gesto y pude divisar a tres de nuestras compañeras —. A la mayoría tuvieron que sedarlas, pues experimentaron ataques de pánico.
Sentí como mis piernas perdían fuerza.
—¿Y Kristen? —El temor en mi voz era bastante notable.
Mara parecía un poco más serena que las demás, y eso me inquietaba, pues normalmente la que tenía el control sobre sí misma era yo.
—Oh, dijo que iría a buscar a Captian luego de que subiste las escaleras con Aiden —comentó con frescura —. ¿Sabes? Esos dos se traen algo, lo sé; Aiden también oculta cosas sobre...
—Ella no está con Captian —escupí con desespero, interrumpiendo el animado parloteo de la chica.
Mara me observó por unos segundos antes de iniciar a caminar rápidamente hacia la parte de atrás del edificio.
La seguí con dificultad debido a los centímetros infernales de mi calzado; maldije una y otra vez a los Finnes por obligarnos siempre a hacer cosas que ni siquiera consideraríamos si tuviésemos el control sobre nuestras vidas.
Llegamos hasta las puertas corredizas, esas que vimos abrirse antes de experimentar el inicio de dolores y malestares insoportables. Parte de éstas ya estaban abiertas. Mara salió del edificio sin pensarlo dos veces, yo si me permití dudar antes de que el frío de las noches de Lenos impactara mi cuerpo.
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La Captura
Science FictionAnualmente son capturadas doce jóvenes de todas las partes del país. Serán sometidas a pruebas para transformarlas en fenómenos con habilidades que ayudarán en una guerra eterna. Este año será diferente, pues una de ellas tendrá la oportunidad de ca...