5. Ideales

1.1K 132 13
                                    

Ambrose Dash

Dos días.

Ya habían pasado dos días desde que me di cuenta de que algo estaba cambiando en mi forma de reaccionar ante distintas situaciones. Parecía que cada día era menos perceptiva, que omitía detalles importantes y actuaba sólo porque sí.

Me asustaba. Siendo sincera me aterraba. Cina estaba bajo mi responsabilidad, Captian podría construirle una casa de cristal, pero seguía siendo mi responsabilidad, además desconocía las intenciones de ojitos ámbar. Y no estaba preparada para perderlo todo, y siendo aún más sincera, menos para morir.

Así que me había enfocado durante esos dos días en detallar hasta el aire durante las reuniones en el comedor o en el salón de descanso.

Había notado que todas estábamos actuando relativamente igual. Tratábamos de no dejar escapar ni un solo detalle, y habíamos estado hablando más de lo habitual entre nosotras.

Hoy habría un baile, donde todos los dirigentes políticos y militares de Lenos estarían en el Círculo Dorado. Se haría con la excusa de que algunas capturadas no habían podido celebrar sus cumpleaños durante el estado vegetal. Sabíamos que celebrar los cumpleaños sólo era una excusa por la cantidad de personas con altos cargos y poder que vendrían, ¿a festejar la vida de unas jovencitas que ni conocían y les daba igual si morían durante los ataques o no? ¿Y además exponerse a un atentado de Calem? No, esto debía tener más peso que sólo un festejo.

Entre las cumpleañeras estaba Mara, que cumplió 20 años cuando llevábamos trece días dormidas. También Dafne, que había cumplido 19, exactamente tres semanas después del día del cumpleaños de Mara. Y, por último, Eliz Stone que apenas cumplió diecisiete seis días antes de que empezaran a despertarnos.

Por primera vez en mi estadía, no resaltaría, pues eso se lo habían dejado a las cumpleañeras, que iban vestidas de negro y toques de dorado. Al parecer para los Finnes, celebrar sus cumpleaños con ambos colores era el balance perfecto entre la buena vida y la muerte honrada. Me hubiese encantado la explicación que nos dio August Finnes la tarde anterior de todo esto, de no ser porque simple y llanamente era August Finnes.

Lo cierto era que el resto de las capturadas vestiríamos de colores que para Lenos eran discretos, y la verdad era que en eso también estábamos en desacuerdo. Pues las demás vestirían de azul rey.

Mi vestido era de una clase de tela sin ningún tipo de brillo, el top corte halter enmarcaba la figura de mi pecho, cintura y parte de mi abdomen bajo, para luego dejar a la falda extenderse ampliamente hasta mis tobillos.

Como siempre, cabello bien peinado, tacones que no soportaría ni dos minutos y maquillaje perfecto, aunque no excesivo.

Complacer a los Finnes con mi apariencia se había vuelto costumbre; en mi mente no era así, pues a veces fantaseaba con llegar a uno de estos eventos en pijama, despeinada, con maquillaje corrido, descalza y con los pies sucios. Tal vez con sangre y mugre en mi cara. Pero eso sólo quedaba en mi mente, la posibilidad de desafiarlos, no salía de ahí.

Como en otras ocasiones disfrutaba de vestir prendas costosas y fingir ser uno de ellos. En esos momentos me desconocía totalmente.

Salimos de los baños en orden, una tras otra, bajamos, y nos detuvimos en la entrada, tras las tres cumpleañeras. Luego las puertas fueron abiertas, dejándonos ver zapatos impecables y brillantes, vestidos hechos a la medida, joyas llamativas y expresiones llenas de tirria y superioridad.

Odiaba admitirlo, pero me había acostumbrado a estar rodeada de personas así, y creía fielmente en que codearse con personas así te hacía más fuerte y ágil.

La CapturaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora