9. Resentida

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Ambrose Dash

Cetis era una ciudad donde fácilmente podrías vivir una historia de amor como lo relataban en los libros de época, todo parecía ser hecho con ese propósito; que las personas vivieran la mejor experiencia romántica en aquel lugar y volvieran cada año para tratar de recrearla. Pero lo cierto era que si estabas en mi situación y además ibas caminando por esas calles junto a August Finnes el entorno cambiaba, y de repente, lo que debía verse color rosa ni podrías verlo, porque el sentimiento de estar en peligro y la necesidad de sobrevivir te quitarían la oportunidad de detallar tu alrededor en ese sentido.

Estábamos en una clase de puente, donde se suponía que habían muerto al menos cien personas durante el golpe de estado, ya que fue uno de los puntos estratégicos del gobierno de Calem. Pero ahora lo hacían ver como si fuese el lugar más romántico debido a la nueva estructura y las numerosas flores alrededor.

Las personas fingían no saber o no recordar que bajo sus pies podría haber diversos cadáveres, y salían a pasear con sus mascotas e hijos.

Nos habíamos duchado y puesto enterizos negros con botas similares a las de Captian, no nos informaron exactamente qué íbamos a hacer, así que nos limitamos a esperar a que alguno de los Finnes nos orientara.

—Muy bien, debo admitir que no me sorprendieron en el ejercicio que hicieron hace unas horas, esperaba esos resultados y me alivia saber que sí estoy confiando en las indicadas, felicidades a Ambrose y a Mara —habló August Fines, girando su cuerpo con dirección a la mayoría de las capturadas —. En cuanto a las que no lo lograron, les diré que será más difícil para ustedes que para la misma Ambrose al momento de irrumpir en Calem. No tienen más opciones que mejorar sus destrezas o se quedarán en Lenos haciendo lo que sea necesario para que las que vayan a Calem consigan su objetivo.

—Nunca hemos tenido otras opciones —comentó Kristen, con esos ajenos ojos ámbar llenos de lágrimas. Nunca había escuchado a la pelinegra hablar con tanto odio, siempre mostraba temor, unos labios temblorosos y mirada suplicante. Ahora mismo parecía que quería matar a todo lo que respirara cerca de ella.

Y yo no era la única que se había sorprendido. Mara buscó mi mirada, la suya estaba llena de confusión y tal vez miedo, la verdad era que yo también temía de qué pudiese responder el hombre que justo en ese momento la estudiaba con gesto imperturbable.

—Encárgate de ella, Captian —Fue lo único que salió de los finos labios de August Finnes, obligando al chico a acercarse a Kristen y tomarla del codo.

El rostro de ella se torció en un gesto de desagrado y un nivel de odio bastante alto para tratarse de una persona como ella.

—¡No, Captian! —gritó al intentar zafarse del agarre de él —. ¡Sabes que lo que digo es cierto! ¡Melis estaría viva y yo tendría una familia de no ser por ustedes y su enferma manera de manejar las situaciones!

Sus gritos eran bastante altos, llamaban la atención de las personas que iban pasando por el puente, o los que estaban un poco más allá. Las lágrimas no faltaron, pero no lucía indefensa como en las diferentes ocasiones que había llorado, se veía resentidamente peligrosa.

Captian le susurró algo, pero a ella no le importó, de hecho, podría apostar a que ni lo había escuchado.

El pelinegro no parecía tener sentimiento alguno por lo que sucedía, pero no era un secreto, al menos para mí, que Captian sentía cierta compasión por Kristen, por no llamarlo de otra forma.

Pensé que Kristen era intocable, o algo parecido, pero en ese momento dejé de creerlo; cuando vi la dura mirada de August y la mandíbula tensa del pelinegro cuestioné todo.

La CapturaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora