Epílogo

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Ambrose Dash

La brisa batía mi cabello de un lado al otro, obligándome a apartarlo cada vez que se posaba en mi cara. Levanté la mirada y me impresioné con lo despejado que estaba el cielo, juraría que nunca había visto algo así, y tampoco era como si antes hubiese tenido tiempo de ponerme a detallar el cielo.

El bullicio de las personas opacó al cielo.

Estaba en un balcón de uno de los edificios más altos de Lenos, el cual se encontraba en medio de una de las avenidas más concurridas.

Le pedí a Aiden que le asignara a alguien organizar todo eso, y él lo hizo sin dudar. Así que ahora tendría que hablar frente a un pueblo que ahora sentía como mío.

Ya había pasado un año desde la caída del Círculo Dorado, así le habían llamado los noticieros nacionales e internacionales al día de la muerte de Captian, August Finnes y Casta; también fue el día en el que más de la mitad del gabinete ejecutivo de August fue expulsado del país por orden de Aiden.

Fue el día en el que Aiden le dio un fuerte abrazo a Amara, mientras lloraba como un niño.

Fue el día que Kristen confesó que se arrepentía de no haberle dicho a Captian lo que sentía por él la última vez que el chico visitó su habitación.

También fue el día en el que Cina sintió una pérdida bastante parecida a la de papá.

Fue el día en que los Magno devoraron el cadáver de August en el patio del Círculo Dorado.

Pero también fue el día en el que los habitantes de Lenos y Calem se arrodillaron y le agradecieron a su Dios por haberlos librado de la década más deplorable, sangrienta y dolorosa de sus vidas.

Fue el día en el que la torrencial lluvia limpió la sangre de las personas que murieron.

Fue el día que marcó un antes y un después en las vidas de todos. Sin duda sería un día que todos recordaríamos.

.

Sabía que la muerte de Captian había dejado una gran herida en todos nosotros, y que aún estaba abierta y palpitante, pero pudimos seguir con el dolor. Aprendimos a llevarlo.

Lo supe cuando Aiden se arrodilló frente a todo su país y me pidió matrimonio como debió hacerlo la primera vez.

—Ciudadanos de Lenos —hablé a través del micrófono, causando que mi voz retumbara por toda la avenida.

—Sobrevivientes del caos —vociferaron ellos, con euforia.

—Disfruto de estar aquí parada y saber que todo lo que diré será bueno, y que sin dudas es parte del progreso que un ser querido soñó hace algún tiempo —continué hablando, sintiendo como un nudo se instalaba en mi garganta —. Me complace anunciarles que ya se firmó un tratado de paz con nuestro país vecino, Calem; no correrá más sangre bajo las órdenes de un Finnes. También deben saber que Lenos desde hoy en adelante le brindará su apoyo a Calem, suministrándole medicinas y educación a las zonas más necesitadas. Eso no compensará todas las muertes, pero ayudará a los que aún tienen esperanza.

Miré a mi lado izquierdo y sonreí. Amara y Kristen me observaban, algo nerviosas.

Y justo cuando volví mi mirada hacia el gentío me di cuenta de que había encontrado un nuevo norte, ese que había perdido durante La Captura, y ese que nunca imaginé tener, pues jamás se me había ocurrido que éste sería mi nuevo estilo de vida. Jamás imaginé que todo un país dependería de mí o de mi esposo, tampoco imaginé tener un esposo.

La vida me había dado los golpes más fuertes, pero también intentaba sanar las heridas de la mejor manera.

—Antes de irme me gustaría decir algo que me he guardado por un tiempo... desde la muerte de August Finnes, para ser más específica —dije, y estaba segura de que todos pudieron sentir como la piel se les erizaba —. Durante la Sexta Captura, no dejamos de sufrir fuertes golpes, tanto físicos como emocionales. Nos encontramos frente a frente con personas sin sentimientos, que nos veían como un arma de guerra; esas personas hicieron cosas terribles con nuestros cuerpos y mentes, dejando secuelas aún peores, que hasta el sol de hoy hemos sufrido. Nos sometieron a cambios terribles, e incluso a algunas nos costó la vida. Jugaron con nuestros intereses y con las personas que amábamos, ¿por qué? Por un territorio.

Reí amargamente, dejando que salieran unas cuantas lágrimas.

—Aún no he conseguido una palabra con la cual pueda definir a August Finnes —proseguí, sintiendo como la fría brisa impactaba mi rostro ahora humedecido por las lágrimas —. Tampoco he entendido cuales eran sus razones para cometer todas estas atrocidades, porque me niego a creer que toda esta sangre, y los traumas que nos generó lo vivido, fueron por un territorio.

Sabía que gran parte de la población de este estado eran sobrevivientes de todo lo que sucedió en Lyme. Eso hacía más difícil esta tarea.

—¿Y todo esto para qué? Si su cuerpo fue su peor enemigo, pues lo estaba matando, poco a poco —escupí con rabia —. Aiden me pide que no vea esto como una masacre sin sentido, y sé que no lo es, pues todo lo que viví me enseñó muchas cosas y en el proceso manché mis manos con sangre de inocentes, pero... estoy segura de que si lo veo desde los ojos de una madre que perdió a su hijo en todo esto pensará como mi padre algún día lo hizo. Que sólo habían sido problemas entre la gente de poder, en los que, una vez más los de a pie habían quedado en medio. ¿Qué nos enseña eso? Nada que no supiéramos antes: el poder en manos equivocadas es el arma más peligrosa.

Pude observar varios asentamientos de cabeza, o escuchar como murmuraban que estaban de acuerdo, pero yo no necesitaba que aquellas personas estuviesen de acuerdo con la idea, pues había vivido esas palabras.

—A lo que quiero llegar es que, ninguno de ustedes merece vivir de nuevo algo parecido, y si algún día sienten que las manos de Aiden o las mías son las equivocadas no duden en arrebatar el poder de éstas —comenté, y sabía que con eso acabaría todo discurso —. Este es el fin de atrocidades, de abusos de poder y de un gobierno inhumano.

Sentí esa familiar mano en mi espalda baja, y el calor que sólo su cuerpo podía emanar, ese calor que hacía reaccionar al mío de la mejor forma.

—Respira, Dash —susurró.

—Este es el fin de La Captura —saboreé las palabras a través del micrófono.

—Este es el fin de La Captura —saboreé las palabras a través del micrófono

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