CAPÍTULO FINAL
Ambrose Dash
Habían pasado 23 días, y 1.204 muertes más en Calem.
August Finnes había vuelto a armar los aviones y a sus hombres para que entraran a otro estado luego de que Lyme se rindiera.
No sólo ellos habían perdido a su gente. El ejército de Lenos había perdido alrededor de 30 soldados, no había un número exacto, pues aún había soldados desaparecidos y otros cuerpos que nadie había podido reconocer.
Teníamos al menos 15 días sin sonreír. Pues no había motivos para hacerlo. Nos habíamos convertido en asesinas peligrosamente capaces.
—¿Qué es lo que falta para que puedan reportar mi caso? —le pregunté a la recepcionista de la gobernación de Syrah, otro estado de Calem.
A los ojos de la chica yo era una mujer pelinegra adinerada, pero no tanto como para hacer que este caso se resolviera más rápido. Vestía una camisa blanca manga larga, una falda lápiz azul, ceñida a mi cintura y caderas, tacones de aguja blancos moderadamente altos y un bolso estúpidamente caro colgando de mi brazo izquierdo.
—Ya le dije que necesita pruebas o testigos, no puede hacer una denuncia de género sin pruebas, lo siento —comentó ella, un poco cansada de la situación pero sin dejar de ser respetuosa.
Sonreí con incredulidad, y eso no era parte del plan, pero me quedaba como anillo al dedo.
—¡Le mostré fotos de las heridas que me dejó! —dije, casi gritando, provocando que la gente que estaba alrededor se interesara aún más en nuestra conversación —¿Necesita ver mi cadáver algún día para creerme?
La chica no hizo más que subir las cejas y erguir la espalda apenas esas palabras salieron de mis labios. Me extrañaba que le sorprendieran ese tipo de comentarios, ya que se suponía que ese era su trabajo, atender casos así debía ser rutinario.
No pensé más en eso, pues la voz de Captian me informó que ya habían ubicado el vehículo en el que iba el gobernador y los que escoltaban dicho vehículo.
—No te preocupes, eso no importa ya —comenté, abriendo mi bolso, tocando el frío material con el que me había familiarizado durante los últimos días.
Saqué el arma y los soldados que Lenos había enviado también lo hicieron, mientras apuntaban, luciendo como un ciudadano más.
Los habitantes de Syrah ya estaban bastante informados de lo que había pasado en el resto de los estados costeros de Calem, así que seguían algún tipo de plan, activando alarmas en sus celulares antes de arrodillarse con las manos en la nuca.
Nosotros también sabíamos qué pasaba luego de que ellos activaran esas alarmas: el ejército de Calem no tardaría ni cinco minutos en llegar a la gobernación.
Tres disparos sonaron desde la parte de arriba. Era Dafne. Ya sabía qué quería decir.
Los ordenadores se habían desconectado de la presidencia de Calem para pasar a conectarse con la presidencia de Lenos. Esto no lo hacíamos las capturadas, Lenos tenía soldados capacitados, que nos facilitaban el trabajo.
La recepcionista cargó un arma y apuntó, provocando que una bala saliera del arma que yo tenía en mis manos, pero justo antes de que esa bala la tocara dos más la habían atravesado.
Corrimos hacia las escaleras sin dejar de cubrirnos la espalda.
Al llegar a la segunda planta sonó ese pitido familiar, que activaba uno de los botones de mi brazalete. Y bum. Todas las salidas de emergencia estaban en llamas, al igual que la entrada.

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La Captura
Ciencia FicciónAnualmente son capturadas doce jóvenes de todas las partes del país. Serán sometidas a pruebas para transformarlas en fenómenos con habilidades que ayudarán en una guerra eterna. Este año será diferente, pues una de ellas tendrá la oportunidad de ca...