11. A Ciegas

1.7K 202 14
                                        

Ambrose Dash

No sé cuánto tiempo pasó, pero sentí que habían sido mil años. Cuando por fin pude moverme me emocioné como jamás lo había hecho, entonces descubrí que mientras había estado en ese estado no podía sentir dolor, ganas de ir al baño, frío o calor. Pero en ese momento, el frío de donde fuese que me tenían me golpeó de manera agresiva, al igual que el dolor en mi cuello y muñecas.

Traté de tranquilizarme, repetía en mi mente que no había sido para tanto. Pero con cada segundo que pasaba notaba lo fuerte que había sido al estar cada mísero segundo en esa situación; estaba apresada, mientras era privada de ver, hablar o de controlar mi cuerpo durante quién sabía cuánto tiempo, había perdido la noción del paso de las horas o días y aun así consideraba seguir cuerda. Había sido increíblemente fuerte.

Pensé en felicitarme por sobrevivir a aquel infierno, y lo hice, pero también pensé en las otras chicas, que de seguro habían pasado por lo mismo. ¿Hasta qué punto habían podido ser fuertes? ¿Habrían aguantado todo aquel inferno?

Por Dios, Kristen.

Ella estaba bastante mal, y sí, había sido bastante inteligente y capaz, pero todos tenemos un límite, yo sólo esperaba que ella no hubiese alcanzado el suyo.

Cuando fui totalmente consiente de mis sentidos me di cuenta de que, sí podía cerrar y abrir los párpados, debido a que sentía los movimientos, al igual que mis pestañas rozando con mi piel cuando éstos subían y bajaban. Pero no podía ver nada, era eso, o estaba en un cuarto totalmente oscuro.

El desespero se apoderó nuevamente de mí.

—Tranquila, Ambrose —susurré, más que todo para saber si era capaz de hablar.

Solté aire, estaba aliviada pero aterrada al mismo tiempo. Esos días en total oscuridad y silencio habían sido lo peor de mi vida, aparte de no poder mover ni un dedo. No sabía si estaba viva o muerta, ya que no recordaba haber comido desde aquella noche. El último contacto humano que tuve, además del enfermo momento con Aiden, fue con una mujer, que estuvo en la habitación junto al rubio. Ella se limitó a pinchar algo en el dorso de mi mano y se fue.

Quise llorar, pero no lo logré, cosa que me frustró bastante. Mi mente no descansó por lo que se sintieron como horas y horas. Busqué más de una salida a mi situación. De hecho, tanteé a mi alrededor, pero lo único que pude tocar fue una especie de camilla que era donde ahora estaba sentada, también pude tocar paredes, éstas se sentían frías, así que era posible que fuesen de cristal, como muchas cosas en el edifico Finnes. No conseguí una manilla, ni rendijas. Sólo aquella camilla y las gélidas paredes.

.

Al parecer me había quedado dormida, ¿por cuánto tiempo? Ni idea. Estaba lista para empezar a lamentarme de nuevo cuando oí unos pasos, bastante cerca. Eran pesados, así que no era una enfermera.

—Ambrose Dash —dijo una voz bastante familiar. Era Captian —. Imagino que ya puedes hablar.

Mi cuerpo reaccionó rápidamente a él. Mi piel se erizó y mi corazón empezó a latir más rápido, ese cosquilleo desagradable en mi espalda no podía faltar.

Él parecía estar esperando una respuesta de mi parte, pero realmente no tenía intenciones de entablar una conversación.

—Ambrose, ya sé que parte del efecto pasó, así que no quieras tomarte por idiota —escupió con amenaza —. Habla.

—¿Qué pasará ahora? —pregunté, tratando de sonar lo más fuerte e imponente posible, pero lo cierto era que mi voz estaba bastante quebrantada —. ¿Qué hicieron con Kristen?

La CapturaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora