Ambrose Dash
Cloutier era uno de los estados más importantes de Calem, pues el puerto más grande y activo de todo el país estaba ahí, así como también uno de los aeropuertos más concurridos.
August Finnes había demostrado ser una de las peores personas en todo el mundo, pero también había demostrado ser una de las más inteligentes.
Habían pasado exactamente dos semanas desde que Amara me había pedido que matara a August. Sí, el dueño de grandes empresas, el líder del país más pequeño, aunque con el mejor cuerpo militar del continente. Estaba bastante segura de que hablábamos del mismo August, ese que durante seis años había introducido un virus letal y difícil de manejar en más de cincuenta jóvenes.
El August que había salido ileso de un golpe de estado, que había asesinado a docenas de personas con sus propias manos y que había construido una nación partiendo de eso. Sí, ese mismo.
Esa noche lloré, me desesperé e incluso pensé en si escapar junto a Cina sería más sencillo. Pero sabía que de todas formas terminaríamos muertas, así que decidí dejar las cosas así y rezar porque a Amara se le olvidara la disparatada idea.
—Dash —me llamó Aiden, lo escuchaba a través del audífono que me habían entregado al salir la noche anterior de Lenos —. Estás en el punto más alto de todo Cloutier, sólo te asegurarás de ver si la gobernación se incendia en el momento que acordamos, Mara confirmará si la sede de los bomberos hace lo mismo. Kristen ya tiene retenidos a los niños en el preescolar y las maestras están amordazadas e inmovilizadas en las plantas más bajas. Sólo debes observar y no perder de vista los vehículos que salgan de la gobernación.
Todo sonaba increíblemente fácil, hasta el momento lo había sido.
Habíamos salido de Lenos a un país vecino, para luego ingresar a Calem como ciudadanas de dicho país, con una identidad bastante falsa pero mucho más creíble. A Kristen y a Dafne les había tocado la parte más difícil. Entraron a ese preescolar fingiendo ser una pareja que pronto inscribiría a su hijo en la institución. Luego alzaron las armas y con ayuda de nuestros hombres cerraron las puertas.
Todo con el fin de causar temor y distraer a los cuerpos de seguridad de la sede de la gobernación de Cloutier. Donde yo había pedido indicaciones unas horas antes, mientras otros ponían explosivos y jugaban con el cableado de los ascensores.
Mara hizo lo mismo junto a otro grupo en la sede de los bomberos y en menos de cinco minutos veríamos a Cloutier arder.
—Y... Dash —Había olvidado que Aiden estaba hablando hace sólo un minuto. Los nervios me habían consumido —. Feliz cumpleaños. Lamento que estés pasando por todo esto en tu cumpleaños número dieciocho.
Luego de esto sonó una pequeña alarma, lo que me daba a entender que se había desconectado.
Un nudo se instaló en mi garganta, no lo negaré, pero cuando todo a mi alrededor explotó y pasó a ser sólo llamas supe que mis sentimientos eran lo que menos importaba al momento.
Encendí el micrófono para contactar a Mara, ésta no me dejó soltar ni una palabra.
—Le dispararon a Kristen.
Y cortó la comunicación.
—¡Mierda! —grité, para luego bajar por las escaleras de emergencia.
Para los demás era sólo una rubia bonita con tacones y falda corte lápiz corriendo como loca a plena luz del día. Pero en realidad estaba armada hasta los dientes y tratando de sobrevivir.
Al llegar al lobby del edificio me llevé a varias personas por delante, incluso me gané varios codazos, pero eso no importaba.
Me monté en el primer vehículo que reconocí. Al girarme pude ver a Vissel algo extrañado.
ESTÁS LEYENDO
La Captura
Science FictionAnualmente son capturadas doce jóvenes de todas las partes del país. Serán sometidas a pruebas para transformarlas en fenómenos con habilidades que ayudarán en una guerra eterna. Este año será diferente, pues una de ellas tendrá la oportunidad de ca...